SILVANA.
Silvana se paseaba
por el huerto “la Floría”,
su padre que la mirada
por un mirador que había.
- Padre qué me mira usted.
- Nada te miro hija mía,
antes de la una y media
tienes que ser esposa mía.
Silvana se fue a su casa
muy triste y descolorida
y le pregunta la madre:
- ¿Qué trae Silvana mía?
- A usted se lo digo madre
que a nadie se lo diría.
Que el sinvergüenza de padre
conmigo dormir quería.
- Eso se arregla muy pronto,
si tus quieres hija mía.
Que tú te pongas mi ropa
y yo me ponga la tuya,
que tú te acuestes en mi cama
y yo me acueste en la tuya.
A eso de la medianoche,
el padre a la puerta llama.
-Levántate mi Silvana
y reina de mi Castilla.
-Ya yo no soy tu Silvana,
que por ti tengo tres hijas.
La primera es mi Constanza,
la segunda es mi María,
la tercera es mi Silvana,
la que por mujer querías.
-Perdóname tú mi esposa,
tú no te lo merecías,
de tanto como la quiero
en el sueño la velo.
-No te perdono mi esposo,
esposo del alma mía,
que antes de haberlo hecho
bien pensado lo tenías.
(Informante, Juana Quintero Muñoz, conileña).
Fuente: “VILLANCICOS Y ROMANCES, TRADICIÓN POPULAR”, Delegación de Cultura Ilmo. Ayuntamiento de Conil, 1999. Grupo de trabajo: ilustración, María José Plaza y Juan José Ramírez; recopilación letras, Cristina Ligero y Leonor Muñoz; publicidad, Cristóbal Quintero; idea/música, Juan Jesús Quintero. Gentileza: Saturnino Iglesias Pérez y Pepe Gil Román.
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