miércoles, 4 de octubre de 2023

DE VUELTAS CON LAS CHOZAS Y LOS CORTIJOS, y, 4 de 4 (1995).

[continuación] 

Por su interés etnográfico y como testimonio de un tipo de vivienda que nos llegó hasta, prácticamente, finales del siglo pasado, se transcribe este extraordinario artículo de AMÉRICA JIMÉNEZ HERNÁNDEZ. [y 4ª parte] 

«”… También puede colocarse en el centro del chozo una mesa y varias sillas, convirtiéndose, al igual que la cocina en un cuarto de estar. Para esta función se pueden emplear los tres tipos (10). Otros chozos también muy importantes son los empleados como cuadra, granero, cochiquera y gallinero. El primero suele ser el más grande de todo el conjunto mientras que el último normalmente es el más pequeño, incluso a veces sus dimensiones son muy reducidas. Finalmente un chozo que casi nunca falta es el destinado a guardar los aperos de labranza y trastos viejos. Todos estos últimos ejemplos son exclusivamente del tipo A. 

Figura 6: “Cortijo de mojinete” (empleado hoy como cuarto de estar), Montecote, Vejer de la Frontera. 

Otro aspecto que conviene tratar es la gran capacidad de adaptación al medio físico (11). Por una parte constituyen un auténtico aislante térmico - conservan una temperatura cálida en invierno y fresca en verano - y por otra protegen perfectamente de la humedad, siendo especialmente significativo en los utilizados como granero donde nunca se pudre la cosecha. Por último, como defensa contra los fuertes vientos, que a veces sufre la zona, es normal que se apuntalen, a los más desprotegidos, con palos (tipo A) o con muretes de mampostería (tipo B y C).

La antigüedad de los chozos que hemos localizado es variada. Muy pocos se han levantado en los últimos años - entre éstos destacan los construidos totalmente en materia vegetal ya que todavía siguen siendo necesarios, la mayoría tienen alrededor de 40 años pudiendo alcanzar los más antiguos 70 u 80 años, de éstos muchos están en ruina, aunque han sido utilizados hasta hace 8 o 10 años. Finalmente un punto importante es lo relacionado con la decoración. En primer lugar hay que destacar que si bien el interior también se cuida, es en el exterior donde se centra el mayor interés. En este sentido juega un papel fundamental la gran cantidad de flores que adornan el entorno (bien plantadas directamente en la tierra o bien en jardineras). No faltan tampoco dos constantes de la arquitectura popular andaluza: el encalado de las paredes y la colocación de pequeñas rejas en las ventanas. 

Figura 7: Conjunto de chozos (tipos A y C), y <poblado>. 

CONCLUSIÓN

El número de chozos que se conserva es muy escaso. Es ésta una construcción en claro retroceso si se tiene en cuenta que en los años cincuenta se concentraban en algunos puntos incluso un centenar. Son muchos los factores que han determinado esta situación. Uno muy significativo es el éxodo rural, sobre todo de los jóvenes que tienden a cambiar la forma de vida de sus padres. Sin embargo quizá el más importante sea la atracción que supone una vida más fácil en una casa <moderna>. Muy pocas personas siguen viviendo todavía en su chozo, pero en todos los casos han procurado adquirir una casa en las poblaciones más cercanas: Vejer de la Frontera, Medina Sidonia, etc. La mayor parte de ellos sólo se utilizan como almacén, cuadras, etc., incluso los destinados en principio a dormitorio. Lamentablemente, de forma injustificada, se tiene en muchos casos una opinión negativa de ellos, equiparando esta construcción con la miseria y el atraso. Nada más lejos de la realidad: las condiciones de habitabilidad que ofrecen, la adaptación al medio físico y la incorporación de avances técnicos, que lo igualan a los nuevos tiempos, hacen de éste, una vivienda, sin duda alguna mejorable, pero perfectamente digna. En cualquier caso nos encontramos ante una habitación dotada de grandes valores etnológicos y culturales próxima a desaparecer.

NOTAS

(10) Los chozos tipo B y C surgieron precisamente para cumplir esta función.

(11) Esta disminuye notablemente cuando se emplean materiales modernos como el ladrillo o el cemento. 

[Imagen no contenida en el artículo original, añadida por el transcriptor a efecto de ambientación] Barrio del Espíritu Santo, hacia 1937. Mientras la anciana posa delante de la choza, el sol se encarga de curar el pescado que cuelga del tendedero. Colección particular Alberto Domínguez. “Conil en la Memoria”, p. 49, 2004. 

AGRADECIMIENTOS

Especialmente a A. MORILLO CRESPO, L. ORTIZ VEGA y F. NUÑEZ, y a los informantes: J. CONESA NÚÑEZ, Mª J. COLLANTES MAAS, J. GALlNDO SÁNCHEZ y D. GONZÁLEZ CRUZ.

BIBLlOGRAFÍA

Flores, C.: Arquitectura Popular Española. Tomo IV, Madrid, 1973

García de Alvear, M.: Los ranchos de Doñana: chozas de la finca <El Pinar del Faro>. Sevilla, 1986

Martín Ferrero, P.: Flora gaditana: catálogo de plantas espontáneas de la provincia de Cádiz. Cádiz. 1988.

Torres Balbas, L.: La vivienda popular en España. Tomo III. Barcelona,1933. ...”>> 

Fuente: “Chozos con techumbre de castañuela”. Autor: América Jiménez Hernández. Narria: Estudios de artes y costumbres populares. n.º 69-70, 1995, pp. 14-20. 

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