ANTONIO SANTOS GARCÍA, Licenciado en Historia Universidad de Sevilla.
Boletín “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núm. 4, pp. 24-30, agosto 2004.
Con esta serie de entradas, dedicada a las torres de vigilancia que jalonan, aunque algunas ya desaparecidas, el litoral conileño, se pretende explicar su valor, de la mano, como en otras muchas ocasiones, del historiador ANTONIO SANTOS GARCÍA, mediante la transcripción de su didáctico artículo, de igual titulación que la de la cabecera, y que se publicó en el Boletín La Laja número 4, en agosto de 2004.
En la primera, se hace una introducción de sus orígenes y funciones; en las tres siguientes de describen Castilnovo, Roche y Puerco; dejando la última para exponer el interés de su conservación.
«”Las torres vigía, torres de marina, almenaras o guardas de la costa son torres exentas y aisladas, que se ubican en el litoral o su área de influencia y que tenían como función primordial la vigilancia marítima y la transmisión de señales, aunque pudieron también ejercer funciones disuasorias mediante piezas artilleras menores. Su origen puede ser regio (exigencia de la Corona) o señorial, a menudo asociado a las pesquerías. Las torres de planta cuadrada con más de un piso son típicamente señoriales, mientras que las mandadas ejecutar por el rey siguen diseños estandarizados y son de planta circular.
Carta esférica de 1787, con el tramo costero entre Sancti Petri y Trafalgar [Para mejorar la reproducción de la fotografía del artículo, se ha descargado directamente del Catálogo de la Cartoteca del Instituto Geográfico Nacional, signatura 11-C-47, la Carta Esférica desde Punta Candor hasta Cabo Trafalgar que contiene los baxos de la Azeytera: presentada al Rey Nuestro Señor por mano del Excmo. Sr. Baylo Frey D. Antonio Valdés Scrio. de Estado y del Despacho Universal de Marina, 1787].
En la provincia de Cádiz, durante la etapa musulmana, no existió una red costera de atalayas conectadas entre sí. El formidable dispositivo de fortificación de la costa suratlántica y mediterránea arranca del siglo XVI, motivado por el lamentable estado de despoblamiento y desprotección de las zonas litorales, y culmina a comienzos del siglo XVII, aunque algunas de las torres se construyeran con posteridad. Tras la Guerra de la Independencia dichas torres quedaron fuera de uso, sirviendo sólo de refugio de carabineros y pasaron a engrosar el patrimonio del Estado.
[Ambientación] Detalle de la carta esférica, mediante zum de la zona más cercana a Conil, para señalar las tres torres que se describen. T. Barrosa = T. del Puerco; T. de Castilobo = T. Castinovo. Fuente: Ibidem.
Las vigías de Conil estaban ya todas construidas a fines del siglo XVI. Bravo de Laguna, comisionado por el rey Felipe II para comprobar el estado de las defensas costeras, recorrió en 1577 el litoral entre Gibraltar y Ayamonte. En su informe señala que Conil tiene <una fortaleza hacia la parte de la mar, con una torre de homenaje fuerte y buena [Torre de Guzmán], y un baluarte a la parte de la mar [la torre de la Vela] , con cuatro piezas de artillería de bronce muy buenas; es muy mal sitio para defenderse, por los padrastos [sic] que tiene; la cerca [muralla] es razonable para batalla de mano … guárdase, como Tarifa, por campana y velas; tiene recaudo de pólvora y pelotas para la artillería …”. A continuación relaciona la gente de guerra de Conil: 55 jinetes, 143 arcabuceros, 44 ballesteros y 119 piqueros, es decir, 352 personas sobre una población de 400 vecinos, de los que sólo estaban presentes 237 en el momento del alarde. Estamos, pues, ante una población militarizada, de frontera.
Mas adelante añade que la “torre de la fortaleza de Conil se comunica en almenaras (fuegos) y ahumadas con las torres de la parte de levante y de poniente, porque ni más ni menos hice hacer almenara allí para poderme enterar dello, y respondieron las dichas torres muy bien”. De aquellas torres quedan hoy tres, pero llegó a haber hasta cinco en el término de Conil: Castilnovo al sur de la población, y varias al norte de la villa: la Torre Atalaya, la Torre Blanca, la Torre de Roche y la Torre del Puerco, en el límite del término con Chiclana. Salvo esta última, todas ellas aparecen en un interesante plano de 1724 del Archivo Ducal de Medina Sidonia (reproducido en la portada del Boletín La Laja, n.º 2) o la Carta Esférica de Marina de 1787.
[Ambientación] Conil y su costa en 1724. Fuente: Archivo Fundación Casa Medina Sidonia.
Las torres desaparecidas de la Atalaya y la Torre Blanca pueden verse en el famoso grabado de Hoefnagel, que visitó pocos años antes que Bravo de Laguna. El texto que lo acompaña, escrito por G. Bruin, después de explicar la función de la Torre Atalaya (avistar atunes de día) habla de otra torre próxima, la Torre Blanca, frente a las Tres Piedras, dedicada a la vigilancia nocturna: “Durante la noche se apostaba en ella un vigía ante la llegada de turcos, moros y otros enemigos; con señales de fuego usuales en toda la zona de España avisaba a los vigías colocados en las atalayas próximas de la llegada de un enemigo y éstos a su vez a otros, por lo que luego las ciudades vecinas, en espacio de tiempo muy breve, se enteran de que han de estar en guardia y vigilar”.Además de los guardas fijos, dos o tres por torre, destacamentos de caballería recorrían la costa con fines de enlace y reconocimiento. Estas fuerzas, fijas y móviles, estaban bajo el mando del Duque de Medina Sidonia, señor de Conil desde 1299 y Capitán General del Mar Océano y Costas de Andalucía desde 1588. Caso de producirse un desembarco enemigo de importancia, se alertaba a las milicias de los pueblos próximos, para que prestasen ayuda.
A continuación pasamos a tratar de las torres conservadas en nuestra costa, siguiendo un esquema prefijado: situación, historia, descripción y estado actual. Para terminar, haremos unas breves consideraciones sobre la problemática y la oportunidad de su conservación.”»
[CONTINUARÁ].
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