lunes, 30 de septiembre de 2024

NAUFRAGIOS EN EL LITORAL DE CONIL, 39: “EL SOBERBIO” (1.752) // “NAUFRAGIO Y RESCATE DE UN NAVÍO EN EL SIGLO XVIII”, 11/16. // Genoveva ENRÍQUEZ MACÍAS y Victoria STAPELLS JOHNSON.

[VIENE del 23 de septiembre] 

Nota: Todo el texto escrito en letra cursiva, itálica o bastardilla, se corresponde a la transcripción original del artículo. Las imágenes han sido seleccionadas por el transcriptor, con indicación de la fuente y autoría siempre que ésta haya sido posible identificar.

[Ambientación] Ilustración de uno de los galeones de Rande, Vigo. Fuente: Redacción Revista Ibérica, 15 septiembre 2018. 

« Como dijimos, el casco del navío se encontró una semana después del naufragio, cuando amainó el tiempo y pudieron acercarse al lugar barcas siguiendo las indicaciones de Bicheron. Se anunció un premio de TREINTA PESOS para quien primero viera los restos, que efectivamente no estaban muy lejos de la costa porque los dos hombres que los encontraron se lanzaron al agua desde la barca, y a nado alcanzaron la orilla en franca competencia para dar la noticia a las autoridades y cobrar el dinero. 

[Ambientación] Imágenes del galeón “San José”, reveladas por el gobierno de Colombia, el 6 de junio de 2022. Fuente: “El País”, Bogotá, Camilo Sánchez, 25 noviembre 2023. 

Se pusieron boyas a proa y a popa y se analizó el fondo, que Capulino definió como bueno para el rescate, aunque en días sucesivos el panorama cambió porque allí había mucha RESACA, lo que dificultaba a los hombres el mantenerse fijos bajo el agua, y además el pecio se cubría de arena constantemente. En algún documento se menciona que había rocas y limo. Por otra parte, el CASCO estaba embarazado con el LASTRE, la JARCIA y los PERTRECHOS que lo cubrían, una maraña de cabos, cables, velamen, maderas, clavazón, pernos, argollas y cadenas. Pensamos que debió de quedar tumbado sobre un costado, posiblemente el de babor, y esto provocó que todo el lastre cayera igualmente de un lado, mezclándose con la carga de la bodega. Tras sacar los cajones que quedaban más superficiales y a la vista, el trabajo se complicó porque había que retirar con manos e instrumentos adecuados todo ese lastre y arena que cubría los restos más profundos. 

[Ambientación] El primer casco de buceo conocido hecho por Edmond Halley, finales siglo XVII. Fuente: “Vista al mar”, 10 septiembre 2013. 

Las autoridades gaditanas aprovecharon la circunstancia de que en la ciudad se encontraban en esos días varios MARINOS EXTRANJEROS que dijeron ser expertos en rescates, como el capitán holandés Harnay, el sueco Noordberg, el italiano Marchetti y un piloto irlandés. Fueron con sus instrumentos, inspeccionaron el lugar donde estaba el casco y las condiciones en que se encontraba, y concluyeron que el único método posible para sacar la carga era la pura fuerza de brazos de los buzos. Sus instrumentos sólo servían para enganchar carga que estuviera libre de trabas, que no era el caso. 

[Ambientación] Dibujo del traje de buceo construido por el aristócrata francés Pierre Remy de Beauve, 1715. Fuente: “Vista al mar”, 10 septiembre 2013. 

Harnay llevó tenazas de hierro, que allí al parecer fueron alargadas porque se dice que se les añadieron “unos cabos de pino” (26) para que alcanzaran el casco. Pero estas tenazas no sirvieron a causa de las corrientes y las acumulaciones de arena y lastre que cubrían la carga. Noordberg también llevó instrumentos de hierro parecidos, al igual que Marchetti, asimismo alargados con extensiones de madera de pino. 

[Ambientación] Traje de buceo construido por el aristócrata francés Pierre Remy de Beauve, 1715. Fuente: “Vista al mar”, 10 septiembre 2013. 

Ante este panorama, dejaron el Real, y Capulino, ya con manos libres para organizar lo que creyera conveniente, procedió a encargar los utensilios que necesitaba, adecuándose a las circunstancias. Como era imprescindible apartar grandes cantidades de arena y piedras, mandó hacer grandes cucharas de hierro, canastas y cubos del mismo metal. En un momento dado se cita que el buzo Juan Ortiz tuvo la iniciativa de proponer un determinado instrumento para sacar la carga, pues en marzo de 1752, un mes después del naufragio, se informa de que “marchó ayer tarde con el instrumento que mandó hacer, compuesto de una arrastradera o cuchara con su enrejado y cinco dientes, que según su hechura creo que será muy útil para sacar todo lo que se halla suelto y enterrado...” (27). Este artefacto, sin embargo, no fue tan útil como los fabricados por el mismo Capulino. Se añadieron cuatro palancas largas, pero la mayor parte del trabajo se hacía gracias a la fuerza y resistencia física de los buzos. 

[Ambientación] Dibujo de dos buzos preparados para trabajar, laguna Curonian, Lituania. Fuente: “alamy punto com”. 

El lastre era un gran problema; había que sacarlo de donde estaba y trasladarlo a otro lugar alejado del pecio para que no dificultara las labores. Esto es importante, porque si en la actualidad, al rastrear el lugar, se encuentra una acumulación de piedras, no significa que sea el lugar del pecio, sino un depósito secundario producido en la época del rescate y que por tanto podría despistar a los arqueólogos. Hay que señalar que las extracciones de lastre las encontramos cuantificadas como “barcadas”, mencionándose en ocasiones hasta varias en un mismo día de trabajo, lo que nos da una idea del volumen que se removió y el esfuerzo inmenso que esto supuso para los buzos.

[Ambientación] Grupo de buceadores con sus equipos. Fuente: “alamy punto com”. 

El otro elemento fundamental en el rescate fueron las embarcaciones utilizadas para acercarse al buque. Participaron varias a lo largo del tiempo. Inmediatamente después del naufragio se mandó traer TRES FALUCOS que estaban de servicio en el río San Pedro o Sancti Petri. Capulino, por su parte, disponía de uno propio, y además se pidió a la duquesa de Medina Sidonia que prestase tres embarcaciones de las que utilizaba en la pesca de la ALMADRABA, cuyo monopolio detentaba. Eran un BOLICHE y dos CALONES con sus pertrechos correspondientes, pero sólo pudieron utilizarse unos pocos meses puesto que a partir de abril-mayo tenían que devolverse para la pesca del atún, que indefectiblemente se hacía en esta época del año. Siendo embarcaciones pequeñas y de poco calado, cuando el mal tiempo arreciaba tenían que refugiarse en el río Sancti Petri y muchos días no pudieron llegar a La Barrosa, con lo que tampoco se podía bucear. Hay constancia de otras lanchas y botes grandes que a lo largo de los tres años fueron empleados para trasladar a buzos y personal vario al pecio. Por supuesto, estas embarcaciones tenían sus marineros para tripularlas, marineros que asimismo formaban parte de los trabajadores del Real. » 

Notas de las autoras:

(26) Diario de operaciones, 2 febrero-2 marzo 1752. AGI, Consulados, 864.

(27) Informe de don Carlos Valenciano, La Barrosa, 8 de marzo de 1752. AGI, México, 2972. 

[Ambientación] A través de la puerta de La Chanca, se observa una embarcación de las que se mencionan en el artículo, que fue utilizada para el rescate de la carga del “SOBERBIO”. Fuente: “Catálogo de los monumentos históricos y artísticos de la provincia de Cádiz”, 1908, Enrique Romero de Torre, mejorada por Juan Bermúdez, Scard Bermos

Fuente: “El SOBERBIO. Naufragio y rescate de un navío en el siglo XVIII”, por Genoveva Enríquez Macías (Universidad de Sevilla) y Victoria Stapells Johnson (Universidad de Ottawa, Canadá). Revista de Historia Naval; Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española; N.º 93, Año XXIV, 2006, pp. 33-56. // Tesis doctoral: “Guillermo Terry, armador en Cádiz y su navío SOBERBIO. Guerra y comercio en la primera mitad del siglo XVIII”. Autora, Genoveva Enríquez Macías, Director-Tutor, Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno. Universidad de Sevilla, febrero 2023. 

[CONTINUARÁ el próximo 07 de octubre] 

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