JUEGOS
Los hombres no juegan sino alguna vez a los naipes.
Los cantos de los niños y aún de los grandes son casi todos sagrados y abundan en las conversaciones de expresiones religiosas.
Los niños juegan mucho al columpio, que se reduce a saltar por sobre una cuerda que otros dos tienen cogida de las puntas y mueven hacia el que ha de saltar; a veces tiene la cuerda el mismo que salta, como lo vi hacer en las cercanías de Londres.
Juego de cartas, del facebook de Richard Adelmann, 19 marzo 2020 (Juan Capacha Fotos)
CULTIVO
Se siembran unas 300 aranzadas [una aranzada = 4472 m2] que pertenecen a 46 Pelantrines o Pegujareros que las labran por sí mismo, sin criados, con ayuda de los Braceros cuando lo necesitan. El número de éstos es de 753, que trabajan algunas temporadas en los pueblos vecinos y se reúnen por las mañanas en la puerta de la villa, adonde va a buscarlos el que los necesita; sólo salen algunos segadores.
No hay ganado lanar ninguno, pero sí 1000 cabras en tres hatos, los cabritos se llevan a vender a Cádiz y la leche de dos hatos a Chiclana, la del tercero se vende en el Pueblo y todos pagan su diezmo de leche. Hay 1100 reses de vacunos que destinan a la labor; se matan en el Pueblo desde Pascua hasta Todos los Santos 200 y se llevan [blanco] al matadero de Cádiz; no sacan partido de su leche sino el comerla en casa y los vaqueros. Sólo se labra con bueyes, las vacas huelgan para criar y no los matan hasta que ya no pueden o no quieren trabajar.
Al otro lado del río, hacia 1963, un agricultor se fuma un cigarro junto a la yunta de bueyes. Foto Juan Capacha. “Conil en la Memoria”, p. 102, 2004.
El dueño de 50 bueyes por ejemplo labra por su tanto el pegujal del que no tiene buey ninguno. El toro que guardan para Padre no trabaja y suele venderse luego para torearlo en las fiestas de toros. (Cada cabra vale 40 reales, un buey vale 50 libras, una vaca 30 y un becerro 20. 80 bueyes se emplean en labrar y carretear. La libra de carne de vaca de 31 onzas se vende a 4 reales].
Ordeñando en la Huerta Primera, hacia 1924. Colección particular Dolores Pérez. “Conil en la Memoria”, p. 112, 2004.
Matan algún macho, venden también éstos y las cabras que, por viejas, ya no crían.
Hay unos cien arrieros que andan con borricos, mulos y mulas.
Se crían una 250 yeguas, hay unos 5 caballos de regalo y dos arriería. (Una yegua vale 60 libras, hay al todo 20 caballos que valen a 80 libras y 40 potros que valen a 50).
Plaza de España, hacia 1924, después de la corrida. Colección particular Francisco González. “Conil en la Memoria”, p. 81, 2004.
Siembran nabos, pero no patatas, ni nabos (sic), ni acenorias (sic).
Tienen las alcachofas espontáneas cuya hoja y frutos tiernos comen, más no los cultivan.
Unas cincuenta aranzadas de la siembra son de cebada, que la mayor parte venden a Cádiz, Isla, etc., etc. Ciento y cincuenta de trigo y ciento se saina.
Dos partes de saina con una de habas mezcladas con la paja es el alimento que se da en casa a las bestias. A los bueyes se le da paja sola. A el haba que siembran para las bestias llaman cochinera y a la que comen las personas tarragona, a ésta la siembran por San Miguel y a la primera por Todos los Santos. De la cochinera cogen cien fanegas cada año, que venden a cuarenta reales.
Hay treinta y una aranzadas [sobre 14 hectáreas] de Huerta cercadas de pita en que cultivan verduras y cebada para alcacer, con sólo unos doce naranjos agrios y no hay ningún otro frutal excepto las higueras, que son comunísimas en las viñas.
Fuente: “VIAJE A ANDALUCÍA, historia natural del Reino de Granada (1804-1809)”, Simón de Rojas Clemente Rubio. Edición, transcripción, estudio e índices de Antonio Gil Albarracín, otros trabajos de Horacio Capel Sáez y M.ª Pilar de San Pío Aladrén. Almería-Barcelona 2002.
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