jueves, 11 de diciembre de 2025

04/36. “LA FUERZA DE UN PRIMER AMOR”, por LUIS BRICEÑO.

VIENE DE “RECLUTA EXCEPCIONAL”, 27 noviembre 2025. 

UN SEÑOR CAPITÁN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL.

El señor capitán instructor del regimiento a que Ansaldo de la Cuesta había sido destinado, descendía de altas jerarquías del Ejército nacional, por ambas ramas de su genealogía.

Apenas oficial, con uno de los primeros números de su promoción de alférez de Infantería, fue destinado a África, a raíz de uno de los periodos más duros de las operaciones militares allí desarrolladas, mereciendo plácemes y felicitaciones de sus inmediatos superiores por su tacto, arrojo y valentía.

Tras una brillante y destacada actuación y comportamiento admirables, fue ascendido a teniente, por méritos de guerra, y condecorado con varias cruces rojas y la Medalla Militar.

[De ambientación] Fotografía de un Capitán de Infantería del Ejército Español, Valencia 1946. Fuente: “todocoleccion.net”. 

Una de las banderas de la Legión, a la que fue incorporado a petición propia, conoció reiteradamente de sus heroicidades, que resaltó gallardamente cierta vez en que, tras un vigoroso empuje de la morisma, que puso en grave apuro de copo a la pequeña columna de que formaba parte, fue herido de gravedad en un arriesgadísimo e impetuoso ataque a la bayoneta, llevado a cabo por la sección que mandaba, y que provocó la rotura de línea y retirada y fuga del enemigo, aunque a costa de semsibles y numerosas bajas.

Esta acción heroica, oportunísima y afortunada, le valió el ascenso a capitán y la propuesta de apertura de juicio contradictorio para la concesión de la Laureada de San Fernando, cuya insignia lucía, más después, en su pecho de héroe.

Convaleciente, casi, de sus heridas, su fe, su entusiasmo por la lucha contra aquel enemigo cruel y artero y su arriesgadísimo patriotismo, le llevaron de nuevo a la pelea, volviendo a la misma bandera [de la Legión] que fuera testigo de sus valerosas hazañas.

Herido de nuevo, esta vez de suma gravedad, volvió, obligado, a la península, a reponer su quebrantada salud, sorprendiéndole en la convalecencia la felicísima terminación de aquella campaña.

Restablecido por completo, fue incorporado al regimiento donde ahora prestaba sus servicios de capitán instructor, en que le hemos encontrado.

Persona de criterio moral firme y acendrado, hermano gemelo de su valor y patriotismo, penetró en las profundidades psicológicas del pobre recluta conocido nuestro y, bondadoso y magnánimo, quiso protegerlo, dentro del marco legal de las posibilidades a su alcance, y lo realizó en la forma que hemos empezado a conocer.

Así, el hijo de la áspera sierra, que guardaba en las cercanías de sus escabrosidades al pequeño edificio oficial donde vieran sus ojos las primeras luces de la vida, fue nombrado asistente de nuestro glorioso oficial militar.

[De ambientación] Legionarios en el Rif. Fuente: “La Guerra del Rif, el último viaje de Jorge M. Reverte”, 27 abril 2021, “El Español”. 

Al servicio personal inmediato del señor capitán, conoció el calor de una bondadosa familia que, compenetrada de las peculiaridades de su idiosincrasia, llegó a estimarlo sinceramente, ayudándole a ir aminorando el peso de sus nostalgias, consolándole en las crisis agudas de sus pesares y cooperando con sus generosidades y benevolencias a llevar la mayor tranquilidad posible y el mayor sosiego a aquella imaginación tan profundamente afectada por las circunstancias.

De esa forma tratado, llegó hasta a aprender a rezar, a oir misa como es debido y a leer y a escribir lo suficientemente suelto para poder comunicarse personal y directamente con su familia, y en Aritmética consiguió enterarse lo bastante para desenvolverse con toda claridad en las cuentas que tenía que rendir, de las compras y pagos que se le confiaban.

Ansaldo pagaba aquella protección, simpatía y buena voluntad hacia su persona, volcando todo el caudal de su gratitud en el comportamiento para con sus bienhechores.

Los respetaba y los quería como a su propia familia, y cuando le confiaban el cuidado del único hijo que hasta entonces tenían sus señores, le colmaba, a escondidas, para eludir erradas interpretaciones, de las más sentidas y dulces caricias y, arrancando a sus recuerdos todas las ternuras de que él había sido objeto, allá en los ásperos montes en cuya vecindad se criara, que eran las que mejor conocía, las derramaba lenta y suavemente sobre el pequeñuelo, cuya sonrisa de satisfacción llenaba su pecho de la más sana y franca alegría.

De esa manera tan plácida y tan llevadera, transcurrió la nueva vida de nuestro recluta amigo, el cual, una vez licenciado, lloró, también, su separación de aquella familia tan principal, tan noble, tan excelente, tan estimable, cuyos repetidos rasgos de bondad nublaban de satisfacción y agradecimiento el noblote corazón del beneficiado.

CONTINUARÁ CON “HACIA SUS LARES”, EL 25 diciembre 2025. 

*** Fuente: “LA FUERZA DE UN PRIMER AMOR: novela de notorio matiz ingenuo, de escasa traba episódica y de carácter sentimental”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 29-31. Diario Jaén, Talleres Gráficos, s/f.


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