LA HOCE, EL GATO Y EL GALLO
Era un viudo muy pobre que vivía en una cas con sus tres hijos y, cuando se murió, dejó muy poca herencia. Entonces lo que había en la casa era una hoce (1), un gato y u gallo, y los hijos se quedaron con una cosa cada uno.
Como en eso no tenían para comer ni para nada, se fueron a buscarse la vida cada uno por un sitio.
El de la hoce llegó a un pueblo y entonces allí segaban el trigo con lernas, y uno le pegaba un pinchazo a la mata, el otro le pegaba otro pinchazo y, cuando iba a caer la mata de trigo decían:
-¡Quillo, quitarse, quitarse que se va a caer! … ¡Que se cae!.
Y entonces así lo hacían.
Llegó aquel hombre a aquel pueblo con la hoce y se dio cuenta de lo que pasaba. Y les dijo:
-¡Dejadme a mi que yo siego como ustedes juntos!
Y se reían de él, pero cuando se puso a segar con la hoce, nada más acostumbrados a ver cortar el trigo con la lerna pegándole pellizcos, decían:
-¡Esto es una máquina segadora!
Y todo el mundo iba a mirarlo segar. Tanto tanto que se quedó allí una buena temporada y, como no tenía ninguno hoce, le daban mucho dinero y lo hicieron rico.
Pues vamos al otros.
Gato callejero. Fuente: Scard Bermos (Juan Bermúdez), facebook 28 octubre 2020.
Entonces llegó otro hermano a otro pueblo y allí no podían vivir. Allí estaba el alcalde con las orejas roídas, los niños con las orejas roías, el otro … Todos, porque las ratas se los comían vivos. ¡No había ratas allí! Allí nadie podía vivir de ratas que había.
Y como el otro llevaba un gato, al llegar todos con las orejas roídas y el tío tan bien, con sus orejas enteras, porque como llevaba su gato pues allí no habían quién se las royera.
Y se presentó el tío de aquella manera en el bar con sus orejas y todo el mundo decía:
-¿Y esto cómo es, que a este hombre no se lo comen las ratas?
Entonces le preguntaron que cómo era eso y él, que era muy pobre, no se lo quería decir para que le tuvieran mucho más interés.
Pero un día uno del pueblo vio al gato cazando ratas y vio que se las comía y fue corriendo, si tenía que correr, a decírselo al alcalde.
Este estaba tan desesperado que agarró y juntó a todos los que mandaban a ver si juntando mucho dinero el tío les quería vender el gato. Y lo juntaron y se lo fueron a comprar, y cuando lo compraron dice el alcalde:
-Mira, ¿qué es lo que come el gato?
Y dice:
-Lo que come la gente.
Y ya iba el alcalde a quitarle la bolsa del dinero cuando dice el tío:
-¡Que no, que no, que el gato se come lo que se come a la gente!
Y nada, que lo hicieron rico también y se volvió a su pueblo que tuvo que comprar un mulo porque él solo no podía cargar con el dinero.
Gallo combatiente español. Fuente: accionnaturaliberica punto com.
Pero vamos al más chico, que era el que le había tocado el gallo.
Ese también llegó a otro pueblo, como los otros dos, y se fue a una pensión, y no sabía ni con qué iba a pagar, ¿pero se iba a quedar en la calle?
Ahora por la noche empezó a escuchar ruidos y más ruidos y nada, que no podía dormir. De modo que se levantó a ver lo que pasaba y estaban juntándose mucha gente en la calle con bestias, con carros, con esportillas, … Y venga a venir gente y más gente. ¡Allí estaba el pueblo entero!
Al final él no tuvo más que bajarse también porque aquello es que no se podía dormir.
Baya [sic] y, cuando baja, le dijeron que se estaban juntando porque todas las noches iban a por el sol para que amaneciera, y ahora es que tenían que ir por el día a esportillas.
Y el tío, muy diligente, dice:
-Pues yo tengo aquí un bicharraco que este trae el día de momento.
Y no se lo creían, y ya dijo el jefe, que estaba harto de tanto charlar.
-Venga, que éste nos está haciendo perder el tiempo y nos vamos a quedar hoy las veinticuatro horas a oscuras. A ver cómo trabajamos después.
Y ya se fueron montando todos en las bestias y en los carros, y el que no venía andando, para ir al monte que iban por el día con las esportillas.
Y en ese momento cantó el gallo y dice el chico:
-¡Ahora que ha cantado mi bicho veréis si viene el día solo o no viene el día!
¡Y digo si venía el día! ¡Que volaba! Porque con tanta charla lo que es casi se había ido la noche cuando cantó el gallo.
Entonces le dice el jefe:
-¿Y con lo que ha cantado ya viene el día todos los días?
Y dice el tío:
-No, eso sirve para hoy, pero mañana debe cantar otra vez, y pasado, y al otro.
¡Claro, el tío como tonto! Lo que quería era trajinarlos bien. ¡Y digo si los trajinó!
Total, que también lo pusieron rico, y cuando se hartó a la temporada se fue del pueblo y se dejó el gallo allí para que no se quedaran sin día.
Y los tres hermanos se juntaron en su casa con mucha salud y muy bien repuestos.
Y chafle [sic], que no es para hartarse.
ANTECEDENTES:
* Le grabé este cuento el 22 de septiembre de 1987 a Juan Palma García, de Zahara de la Sierra. Pertenece al tipo 1.650 del índice Aarne-Thompson.
* Este es otro cuento inédito hasta ahora en Andalucía y de cariz norteño (no hay versiones que se conozcan de León hacia el Sur). Sí está recogido en la provincia de León, en Mallorca, en Cataluña, en Galicia, …
* Ya aparece en una colección francesa (la de Nicolás de Troyes) del siglo XVI. Es sobre todo especialmente popular en Francia y Bélgica, y va relacionado con un grupo de cuentos que tratan, como éste, de los accidentes de la suerte.
J.A. del Río
(1) Hoce. S/ la RAE, hoz (en desuso).
Fuente: Suplemento de Cultura de “DIARIO DE CÁDIZ”, del 1 de octubre de 1991; JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA, colaboración MELCHOR PÉREZ, dibujos de ZOCAR.
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