lunes, 7 de octubre de 2024

NAUFRAGIOS EN EL LITORAL DE CONIL, 39: “EL SOBERBIO” (1.752) // “NAUFRAGIO Y RESCATE DE UN NAVÍO EN EL SIGLO XVIII”, 12/16. // Genoveva ENRÍQUEZ MACÍAS y Victoria STAPELLS JOHNSON.

[VIENE del 30 de septiembre]

Nota: Todo el texto escrito en letra cursiva, itálica o bastardilla, se corresponde a la transcripción original del artículo. Las imágenes han sido seleccionadas por el transcriptor, con indicación de la fuente y autoría siempre que ésta haya sido posible identificar. 

« En esta costa predominan los vientos fuertes de LEVANTE y PONIENTE, que tan violentos son en el Estrecho y que impidieron con frecuencia la inmersión de los buzos. Otro obstáculo era el agua TURBIA, que impedía la visibilidad, y sobre todo la RESACA, que batía en el lugar del pecio y que se señala con insistencia porque no dejaba que los hombres se pudieran mantener firmes en el fondo. A todo ello había que añadir que los buzos se zambullían sin protección alguna durante todos los meses del año. Podemos aventurar que quizá se embadurnaban con grasa, aunque este punto no lo tenemos documentado. 

[Ambientación] Operaciones de buceo en un grabado de 1835. Fuente: “La escafandra Capitán Nemo”, “bashny net”. 

Una vez que los expertos extranjeros admitieron su INEFICACIA, los buzos locales tomaron conciencia de su valía, lo que les llevó a esgrimirla constantemente, reclamando derechos y haciéndose fuertes, de manera que su actitud más o menos predispuesta al trabajo también fue un determinante en las labores de rescate. Muchos días se informa de que las autoridades delegadas tienen que tratarles con el máximo tacto, por no hablar de LISONJEARLOS, para que se sumerjan. Se les animaba incluso con AGUARDIENTE y CHOCOLATE, pero aun así en muchas ocasiones amanecía buen tiempo y en el Real sólo había dos buzos. Pensamos que la mayoría residían allí cerca, porque los sábados y domingos sólo unos pocos dormían en el campamento, de modo que nunca se sabía cuántos iban a aparecer el lunes. Durante los dos primeros meses tras el naufragio se trabajó la semana completa y a veces mañana y tarde si el tiempo lo permitía, coincidiendo con las horas de BAJAMAR, que posibilitaban un ACCESO MÁS FÁCIL AL CASCO. Pero conforme avanzaban los meses se iba implantando un régimen laboral que contemplaba librar los domingos y todas las fiestas de guardar. La lucha de los delegados con los buzos fue constante; no olvidemos que algunos de ellos eran hombres que se habían buscado en la CÁRCEL y no eran especialmente dóciles. 

[Ambientación] “Jerónimo de Ayanz, el inventor de la máquina de vapor”; buzo dibujado por Pedro de Ledesma, 1623. Fuente: “ABC Cultura”, 16 septiembre 2018, Álvaro Arbina

Esa seguridad en sí mismos se vio en peligro cuando el 12 de septiembre de 1752 apareció en el Real un francés, Benito Hermet, enviado por la Casa de Contratación. Con mucho misterio, pidió una barraca para él y su ayudante donde poder pasar la noche con sus utensilios sin ser molestado. El relato del informe diario firmado por el delegado del Consulado, Juan Martín de Vergara, no tiene desperdicio y, como bien dijo éste, la llegada del francés acabó proporcionando a los del campamento un día divertido: 

[Ambientación] El traje de buceo más antiguo del mundo, quizás utilizado en el siglo XVIII, hecho con piel de becerro y se encuentra en el museo de Raahe, Finlandia. Fuente: “Amigos de sensaciones. Buceo, submarinismo, Diving”, facebook, 18 abril 2021. 

Algún día había de ser de risa en este Real, y ha sido hoy (...) Por lo que toca a nuestro Hermet, después de estar toda la noche de ayer martes velando y cuidando sus aparejos, fuimos hoy a las cinco y media de la mañana a la mar, sin ir más que yo, Capulino, Bicheron y los marineros. Gastó en vestirse de unas pieles de carnero con unos aros por dentro, que vestido parecía un tambor, y una linterna con talco y vidrio, y dos mangueras en la cabeza, una para recibir viento que se le introducía por medio de unos fuelles, y la otra para resollar. Se colgó a la cintura talegos de piedras hasta dos quintales [92 kilos] y en todo esto gastó más de hora y media, y por parecerle mal acomodado se lo volvió a quitar, que no pudiendo yo resistir el sol, vine a tierra y envié a don Matías Grueso, y después de una hora fue al agua y antes de tres minutos volvió a bordo sin haber calado una braza de agua, con cuyo motivo vino en tierra y me dijo que le faltaba una circunstancia [circunferencia, aro] al saco, que lo compondría y otro día volvería a la faena. Mandé los buzos a las nueve de la mañana, que desde esta hora hasta las dos y tres cuartos hicieron el trabajo dicho. Después de haber quitado mucho lastre, salieron a tierra con un cajón cerrado de 3.000 pesos y 8.379 pesos fuertes en derrames de talegas y en tres fragmentos de cajones. / El francés me dijo que si lo dejaba ir a bucear, le dije que fuera, pero aunque dio unas tres o cuatro zambullidas no sacó siquiera una piedra y no se cree llegara al plan. / He procurado contener la gente a que no lo corran, pero le he dicho que otro experimento lo hará sin impedir la faena de los buzos, como sucedió hoy, en que está convenido, aunque estoy cierto será lo mismo que hoy ...» (28)

Nota de las autoras:

(28) Carta de Teodoro José de Vargas al Consulado. La Barrosa, 13 de septiembre de 1752. AGI, Consulados, 863. 

Fuente: “El SOBERBIO. Naufragio y rescate de un navío en el siglo XVIII”, por Genoveva Enríquez Macías (Universidad de Sevilla) y Victoria Stapells Johnson (Universidad de Ottawa, Canadá). Revista de Historia Naval; Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española; N.º 93, Año XXIV, 2006, pp. 33-56. // Tesis doctoral: “Guillermo Terry, armador en Cádiz y su navío SOBERBIO. Guerra y comercio en la primera mitad del siglo XVIII”. Autora, Genoveva Enríquez Macías, Director-Tutor, Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno. Universidad de Sevilla, febrero 2023. 

[CONTINUARÁ el próximo 14 de octubre] 

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