En el tercer aniversario de su muerte, se reproduce el artículo de Marta Carrasco, del 21 de julio de 2017, titulado “Muere Joaquín Sáenz, el pintor que no recordaba sus cuadros”.
El ruido de la imprenta era algo natural en la calle San Eloy, donde los olores de tinta se confundían con los de pescao frito con el que el Joaquín Sáenz (padre), invitaba a sus trabajadores, junto a tinto de Casa Morales. Para Joaquín Sáenz hijo, aquello era como un museo de los sentidos, un lugar de tertulias donde se desayunaba los calentitos de Pepe el Masa y el café del Bar Arsenio. Joaquín Sáenz se crió así, entre el olor de la tinta y la visión de los colores, y ayer el motor de esa imprenta que llevaba en su interior, se paró para siempre.
En la madrugada de ayer fallecía en su domicilio el pintor de los paisajes urbanos, de la imprenta San Eloy, de las playas de Conil y de las marismas.
Joaquín Sáenz había nacido en la calle Alemanes, frente a la Puerta del Perdón, un 29 de diciembre de 1931. Empezó a trabajar con su padre y allí instaló su primer taller de pintura, un lugar que calificaría José María Moreno Galván, como «uno de los más bonito que conocía de pintor». Años más tarde, en 1970, Moreno Galván decía en un libro que Sáenz era, un «pintor hasta los tuétanos».
Pero ni él mismo lo sabía, porque cuando comenzó a pintar la imprenta de San Eloy, lo que le rodeaba, no se sentía seguro de sus cuadros, hasta que Fernado Zobel, por entonces con estudio en Sevilla, iba por las tardes a la imprenta para animarlo a seguir pintando y a exponer.
Fue primero para el público cartelista, y luego de haber asistido a la Escuela de Artes y Oficios, fue como oyente a la Escuela de Bellas Artes asistiendo a clases de Miguel Pérez Aguilera.
Siguió trabajando en la imprenta y al principio no hacía carteles, sino que imprimía los de Moreno Galván o Cristóbal Aguilar, hasta que un día en el año 1978 los miembros de la Peña Flamenca de Palma del Río llegaron a la imprenta a buscar un cartel, y él se ofreció a hacerlo, y pudo unir sus dos vocaciones, cartelista y pintor.
Realizó el cartel de la primera Bienal de Flamenco de Sevilla en 1980, y repitió de nuevo en 1998. Realizó el de la la Semana Santa en 1992, y el de la Feria de Abril de 1993, y más recientemente el de la temporada taurina para la Real Maestranza de Caballería en el año 1995: una impresionante vista de la plaza desde el palco.
Dicen sus amigos como Teresa Duclós que, «siempre fue por libre», y nunca le encasillaron en ningún grupo pictórico, a pesar de ser coetáneo de otros paisajistas como Carmen Laffón, José Luis Mauri o la misma Duclós. «Se nos van los amigos. Cuántas veces he ido a pintar al río con él. Es una pena inmensa», decía la pintora.
Muy aficionado al flamenco, por su casa iba a menudo José Menese, con quien departía sobre cante.
Joaquín Sáenz pintaba de pie, algo que dejó de hacer cuando en 2002 le operaron de una pierna, intervención que luego le acarreó una ceguera que terminó con su carrera como pintor.
Última exposición
Amigos del artista, como el fallecido Pepe Soto, el galerista y también pintor Pepe Barragán y el crítico Juan Bosco, organizaron en la Caja China la última exposición de Joaquín Sáenz en el año 2011. Era la primera tras ocho años de ausencia.
En aquella ocasión Joaquín Sáenz se lamentaba porque no podía recordar sus cuadros. Decía que la ceguera le había hecho no pensar en su obra, y se consolaba con la radio. Decía el pintor que «la imprenta lo que me dió fue el color, porque yo trataba algo más allá de la paleta, trataba los colores como impresor, y por eso creo que me identifiqué tanto con el color». De aquella exposición, los cuadros pequeños de paisajes poco recordados por el artista y hechos, como confesó, «a modo de desahogo», se vendieron casi todos.
Joaquín Sáenz llevaba casi un año postrado en su casa. No salía, y tan sólo amigas como Teresa Duclós y Carmen Laffón lo visitaban. Hoy será enterrado en el cementerio de San Fernando. Descanse en paz el pintor del color.
Fuente: “ABCdesevilla arte”, del 21 de julio de 2017
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