GANADERÍA BOVINA
El ganado vacuno ha sido desde tiempos antiguos la actividad pecuaria más sobresaliente de la comarca de La Janda. La existencia de pastos naturales, el aprovechamiento de rastrojeras, el cultivo de praderas y el uso de subproductos de la huerta, ha posibilitado la cría de ganado vacuno en explotaciones agropecuarias, así como la existencia de fincas que tienen como actividad principal la producción de carne de bovino.
Ordeñando en la Huerta Primera, hacia 1924. Colección particular Dolores Pérez. Fuente: “Conil en la Memoria”, p. 112, 2004.
En Conil, la ganadería vacuna extensiva se ha ubicado principalmente en las dehesas de la parte oriental del término, siempre con una importancia mucho más modesta que en Vejer. La mecanización de las faenas agrícolas dejó sin razón de ser a las yuntas de bueyes y vacas. Las razas bovinas tuvieron que cambiar su orientación productiva hacia la producción exclusiva de carne y algunas, como la raza Retinta, superaron el reto por su doble aptitud para el trabajo y la producción cárnica.
Francisco Moreno, hacia 1971, saca a pastar a su vaca en Barrio Nuevo. Colección particular Joaquina Moreno. Fuente: “Conil en la Memoria II”, p. 135, 2007.
La producción de carne de vacuno en Conil presenta particularidades en relación a Vejer, por el carácter intensivo de parte de las explotaciones. Aquí la producción de terneros para sacrificio es una actividad asociada al cultivo de hortalizas. Los subproductos de la huerta son el alimento básico de una pequeña vacada, con un máximo de cinco o seis animales, fruto del cruce de varias razas, destacando la raza Frisona Holandesa, un animal de aptitud láctea. Tras la incorporación de España a la Unión Europea, los pequeños ganaderos conileños tuvieron que abandonar la producción láctea, encaminando sus esfuerzos hacia la producción de carne, pero partiendo de una raza lechera. En el sistema intensivo de Conil el ganado permanece estabulado todo el año. Las vacas entran en gestación por inseminación artificial (con semen de toro de raza cárnica) y tras el parto el ternero se somete a un largo periodo de lactación, que se alterna con subproductos agrícolas. Se ceba con piensos compuestos adquiridos fuera de la explotación, saliendo el ternero ya “terminado” hacia el matadero.
Pedro Sánchez Muñoz, hacia 1956. Colección particular Fernanda Romero. Fuente: “Conil en la Memoria II”, p, 134, 2007.
Fuente: “PATRIMONIO CULTURAL DE CONIL DE LA FRONTERA”, Autor: ANTONIO SANTOS GARCÍA; Colaborador: FRANCISCO GONZÁLEZ UREBA; Coordinador: ANTONIO MUÑOZ RODRÍGUEZ; Director editorial: CARLOS ROMERO VALIENTE; Edita: G.D.R. Litoral de la Janda. 2007.
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