Los LABRADORES RICOS eran, sin duda, la élite social de Conil. El Censo de Floridablanca (1.787) da la cifra de 42 labradores. Aunque el concepto no aparece definido, debemos entender por tales a aquellos que no tenían que vender su trabajo, es decir, ganaderos con importantes rebaños o campesinos acomodados, dueños de instrumentos de labranza, animales de tiro y labor, que trabajaban sus propias tierras o arrendaban las del Cabildo, la Iglesia o el Duque. Rojas dice que en Conil había 46 PELANTRINES Y PEGUJALEROS (pequeños propietarios), pero nada dice de los labradores “ricos”, detentadores del poder municipal (los Amar, Lobatón, Palomino, Borrego, Calderón, …), con mayor nivel de renta que los pelantrines, a los que Rojas sólo alude de pasada al hablar de los viñedos o la ganadería. “El dueño de 50 bueyes -dice Rojas- labra por su tanto el pejugal del que no tiene buey ninguno”.
Mercaderes, profesionales, tenderos, maestros de oficios y algunos “matriculados” completaban la débil “clase media” del pueblo. Rojas habla de cuatro MERCADERES, “que venden el paño y estameña de Grazalema, que es lo que se viste en el Pueblo” y cita a seis PROFESIONALES: un abogado, dos escribanos, un médico, un boticario y un maestro. Entre los OFICIOS urbanos enumera: seis albañiles, dos herreros, tres barberos, dos carpinteros, sis zapateros, un cantero, un yesero, un maestro sastre y un herrador-albeitar. También seis TENDEROS de comestibles, que quizás fueran algunos más (el Catastro da 41, entre medianos y pequeños: alimentación, taberneros, mercería). Tampoco dice nada de alfareros, esparteros, toneleros o maestros de oficios urbanos “matriculados” (carpinteros de ribera y calafates). Los dueños de embarcaciones de pesca (jábegas, sobre todo), deben incluirse también en este grupo, cuyo número total estaría en torno a los 60 vecinos o poco más, como a mediados del siglo XVIII.
[Ambientación, imagen no incluida en el original] El que fue alcalde de Conil, Don José Tomás Borrego y Mihura, hacia 1.880. Fuente: “Conil en la Memoria”, p. 14, 2.004.
La gran mayoría de la población estaba integrada por BRACEROS, que según Rojas eran 753 (75% de los vecinos). Se trata sin duda de los jornaleros y artesanos sin bienes raíces del Vecindario, pero el concepto de “braceros” no deja de ser un cajón de sastre, pues incluiría no sólo a los jornaleros agrícolas, sino a los artesanos no propietarios (oficiales y aprendices), así como a cabreros, pastores, carboneros, pescadores no matriculados, mesoneros, etc. Sin duda, entre los 753 braceros la gran mayoría debe ser incluida en el sector agropecuario. De ellos dice Rojas que “trabajan algunas temporadas en pueblos vecinos y se reúnen por las mañanas en la PUERTA DE LA VILLA, adonde va a buscarlos quien los necesita. Sólo salen algunos segadores … Todo cultivo es muy costoso por el precio de los jornales, que en la cava es de 12 reales, en la siega 20 a 30 y en la escanda y vendimia 8 reales”.
La primacía del sector primario es clara, y dentro de dicho sector deben incluirse también a los PESCADORES. Rojas dice que en Conil había 100 matriculados muy pobres. Su número había descendido en los últimos años, como vimos más arriba, debido a las guerras marítimas de fines del XVIII, pues estaban obligados a servir en la Marina de Guerra. Muchos eran pescadores, unos dueños de embarcaciones (jábegas y pequeños botes) y la mayoría simples marineros matriculados no propietarios, pero también braceros que se empleaban de modo ocasional o permanente en el tiro de las jábegas o en la almadraba. Estos pescadores “de playa” no estaban “matriculados”. El conjunto de los pescadores superaba sin duda el 10% de la población trabajadora de Conil por aquellas fechas. Es significativo también el elevado número de ARRIEROS, Rojas dice que eran 100, dedicados al tráfico y acarreo, cuyo número había descendido no obstante en relación con recuentos anteriores.
[Ambientación, imagen no incluida en el original] Un grupo de “jabigueros”, hacia 1.962. Foto “Juan Capacha”, John Richard Adelmann. Fuente: “Conil en la Memoria”, p. 125, 2.004.
Quizás no debamos contabilizar como “vecinos” a la GUARDIA COSTERA, que según Rojas, estaba integrada por doce hombres a caballo, dirigidos por un Visitador y un Teniente, que defendían la costa contra “el contrabando que suelen introducir por el Cabo de Roche”. Rojas da también la cifra de diez CRIADAS (esposas o jóvenes casaderas), que tampoco deben contabilizar entre los vecinos o cabezas de familia.
Para terminar, hay que hablar de los GRUPOS MARGINALES: ancianas pobres (44), mendigos (16) y niños expósitos (12). Había 32 ancianas alojadas en la Misericordia “bajo el cuidado de un Capellán y Administradora”, y otras 12 en el Hospicio viejo. A ellas habría que sumar los seis pordioseros y diez pordioseras, además de los que “en tiempo de Almadraba piden limosna”. Había finalmente doce expósitos alojados en la Casa Cuna, dependiente de Cádiz, custodiados por una Administradora. Estos niños (abandonados por familias pobres o por ilegítimos), procedían de Conil y otros pueblos del entorno (Vejer, Tarifa), y una vez criados, dice Rojas, “se quedan casi todos en el Pueblo, de que resulta que la mitad de su vecindario es de esa gente que llaman hijos de cuna”, lo que parece una exageración. Rojas habla también de tres gitanos.
Fuente: Boletines “LA LAJA” (Amigos del Patrimonio Natural y Cultural de Conil), núms. 5 y 6, 2.005-2.006.
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