HISTORIAS DE LUIS BRICEÑO, 24.

NO ME LO PONGA USTED PÍO, POR DIOS.

El «quinto» [1] era unigénito [2], como Nuestro Señor Jesucristo, salvando la santa comparación. Era, además, huérfano de padre, desde la más tierna edad.

La madre era gitana de la más pura cepa; pero su marido, no. Guapa y hermosa entre todas las muchas de su barrio, logró prender intenso en la hoguera del querer de su marido, y lo consiguió, a pesar de la oposición de una y otra familia, que impugnaban con ahínco aquella unión.

Ella, fogosa y castiza, y él, enamorado y complaciente en extremo, fueron un matrimonio de los que se querían de todas veras, con verdadera pasión. Pero como lo bueno es tan poco duradero, tuvo él la mala suerte de pescar una pulmonía [3], que se lo llevó en la mejor época de su vivir.

[Ambientación] “Descubre cómo es una boda gitana y en qué se diferencia de otras”, Lucía Cifuentes. Fuente: “miboda punto com”. 

La viuda, aunque joven todavía y con más encantos y atractivos, quizá, que cuando soltera, no quiso segundas nupcias y se consagró al cuidado del hijo amado, que su querido esposo le dejó.

Lo que narramos ocurrió allá por el año octavo del presente siglo o, posiblemente, en el anterior.

Las necesidades de la guerra la perturbaban sin cesar. Y eso que ella no lamentaba las escaseces y privaciones de la vida, no, señor. Lo que ella sentía, y la enloquecía al pensarlo, era que el creciente y repetido llamamiento de quintas le quitaran a lo que más quería en el mundo: el salado querubín de sus entrañas, como, al fin, sucedió.

La primera noticia la perturbó de tal modo, que creyó perder la razón. Después, ante la seria promesa de un «listero de obras», que era su vecino, y que había llegado ya a «comandante», que le aseguró que lo darían por inútil, como a otros sanos que lo pagaban, se fue tranquilizando hasta la normalidad racional de su función vital, general.

El soldado querubín de nuestra gitanilla, pertenecía al último llamamiento hecho, conocido por la «quinta del biberón» [4]. En diciembre del año que transcurría, iba a cumplir los 18 años de edad.

[Ambientación] “¿Diecisiete años? Pero si todavía deben tomar el biberón”, Federica Montseny. En la imagen un joven soldado de la Quinta del Biberón. Fuente: “batallasdehispania punto com”. 

Hizo la presentación en la Oficina Reclutadora [5], juntamente con su madre, cuyo cariño revivido, por decirlo así, con las circunstancias, le hacía acompañarlo sin cesar.

Al hacérsele la filiación «militar» al nuevo mozo, dictaba un «capitán» a un soldado escribiente:

-Ojos, negros; cejas, negras; pelo, negro; color, cetrino …[6]

La gitana observaba la operación expectante y curiosa, y al llegar a lo de color cetrino, aunque no lo entendía, exclamó suplicante y compungida, al capitán que dictaba:

-Señó, ¿que va usté a jacé? No le ponga usté eso. ¡Qué feo! … ¡Póngalo usté to de un solo coló! ¡No me lo ponga usté pío [7], por Dió! 

NOTAS: [1] Quinto.- Joven que al cumplir la mayoría de edad en España se iba a hacer el servicio militar obligatorio, ya desparecido. Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre. // [2] Unigénito.- Dicho de un hijo: único. Fuente: RAE. // [3] Pulmonía o neumonía.- Inflamación del pulmón o de una parte de él producida, generalmente, por neumococo. Hasta mediados del siglo XX, con la aparición de los antibióticos, esta enfermedad tenía un alto índice de mortandad. Fuente: varias. // [4] Quinta del biberón.- Fue el nombre que se le dio al llamamiento a filas de 1938 y 1939 en todo el territorio que aún controlaba la España republicana (recuérdese que el autor residía en Jaén, fiel a la República hasta finales de marzo de 1939, días antes de dar por finalizada la guerra civil). Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre. // Oficina Reclutadora = Caja de Reclutas. // [6] Cetrino.- Dicho de un color: amarillo verdoso. Fuente: RAE. // [7] Pío.- Decho de una caballería: de pelo blanco con manchas más o menos extensas de otro color. Fuente: RAE.

*** Fuente: “AMAPOLAS Y JARAMAGOS: cuentos, anécdotas, narraciones y chascarrillos”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 53-54. Primera edición, Gráficas Morales, Jaén, 1.940.