TAMPOCO PUEDE PASAR.
A la consulta profesional del doctor Jiménez, acudió una gitanilla agraciada, acompañada -¿cómo no?- por un joven galán de la misma . Iba a que el facultativo apreciara la dolencia de que se quejaba, y pudiera atajar y curar su mal.
El facultativo reconoció y auscultó a la paciente, le hizo las preguntas de rigor y le recetó determinados medicamentos, que con el plan alimenticio que le señalara, creía eran bastantes para sanar.
[Al solo efecto de ambientación] Pareja gitana, Badajoz; gitanos de Extremadura. Fuente: “es.pinterest.com”.
El padecimiento, atacado, como iba a ser, en sus comienzos, carecía de toda gravedad. Por él no había que alarmarse, ni mucho menos; pero, por si acaso, convenía vigilarlo, para estar al acecho de cualquier eventualidad. Ateniéndose a ese criterio, debía volver a la consulta, pasado un tiempo prudencial.
Al despedirse, largó el truhan del gitano un duro falso en la batea del consultorio, pagando de esa manera la sagrada misión del buen doctor.
Pasadas unas semanas, como la dolencia de la gitanuela no cediera, tuvo que volver, por fuerza de la necesidad, a la consulta del afamado especialista; pero temerosa del proceder del marido, se presentó ella sola.
El doctor, aunque dolido de la fechoría del gitanucho, le recetó honradamente lo que el mal exigía, pero lo ordenó servir en unas cápsulas de tal tamaño, que la gitanilla no las podía tragar.
[Al solo efecto de ambientación] Un duro, cinco pesetas de 1940, serie D, S/C, descentrado. Fuente: Félix Cuquerella.
Acudió, en queja, ante el doctor, a quien dijo:
-Señó doctó, ¿qué ha jecho usté? … Esos seyo son de tal tamaño, que no puen pasá.
A lo que el médico, zumbón, alegó:
-A esos sellos, como tú dices, les pasa lo mismo que al duro falso que me dio tu marido: QUE TAMPOCO “PUÉ” PASAR.
Fuente: “AMAPOLAS Y JARAMAGOS: cuentos, anécdotas, narraciones y chascarrillos”, por Luis Briceño Ramírez, p. 74. Primera edición, Gráficas Morales, Jaén, 1.940.
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