martes, 28 de enero de 2020

CONIL Y LOS VIAJES DEL PADRE LABAT (1705).





A finales del siglo XVII, Jean-Baptiste Labat fue un precursor de los viajes, impulsado por su afán evangelizador y sediento de conocimiento. Clérigo francés, botánico, escritor, explorador, etnógrafo, soldado, ingeniero, terrateniente,… Nació y murió en París, 1663 y 1738.

VIAJES DEL PADRE LABAT 
DE LA ORDEN DE FRAILESPREDICADORES, 
EN ESPAÑA ITALIA. 

TOMO PRIMERO

EN PARÍS, CALLE SAN JACQUES,
JEAN-BAPTISTE DELESPINE 
 IMPRESOR-LIBRERO ORDINARIO DEL REY. 
CHARLES J.B. DELESPINE EL HIJO, 
LIBRERO 
EN SAN PABLO 

1730 
CON PRIVILEGIO DEL REY.





CAPÍTULO VII.


Viaje del Autor a Tarifa y al Bloqueo ante la Villa de Gibraltar.

Nos encontramos al llegar a Cádiz cuatro Buques del Rey armado en Corso, como se le decía por cuenta de las Damas. Esta pequeña Escuadra estaba comandada por el Caballero del Aire. Ella había hecho alguna presa de poca importancia y había conducido a Cádiz un Buque Genovés de sesenta cañones, que pretendía estar en el caso de la confiscación. En espera de que sea juzgado, el Caballero del Aire con tres Buques, había salido a batir la mar y había dejado en Cádiz el Buque “El Constante” de 72 cañones mandado por el Señor Tertre, porque este Buque era casi incapaz de flotar sin ser reparado. Tuvimos la imprudencia de rascarlo y lo hicimos tan mal que abrimos muchas vías de agua, que nos dieron bien nuestro ejercicio, cuando fui obligado a embarcar para comprar mi








viaje. Este Buque debía volver para desarmar a Tolon, que era su departamento. Pero los Ingleses dueños de Gibraltar tenían una Escuadra en ese Puerto que cerraba el Estrecho a todos los otros barcos, que no fueran de su Nación o de sus Aliados. El Señor de Tertre había enviado a uno de sus Oficiales a Tarifa en el Estrecho, a fin de examinar las maniobras de los enemigos y ser informado del momento en que dejaría su crucero para usar este intervalo para cruzar el Estrecho sin ser obligado de exponerse a un combate desigual y peligroso por un Buque tan ruinoso como el suyo.

Este Oficial había venido de una vuelta a Cádiz, lo conozco y como recibió la orden de retornar a su observatorio, resolví ir allí con él, porque estoy empezando a aburrirme mucho en Cádiz.

Salimos de Cádiz el Domingo 22 de Noviembre de 1705. Cada uno llevamos un lacayo y habíamos arrendado cuatro mulas, sin contar la del lacayo que nos conducía y llevaba la cebada para nuestras monturas. Habíamos confiado los víveres a nuestros lacayos, porque no habría estado seguro de devolvérnoslo a nuestros lacayos, estaría más bien




ahorcado que escamoteado la mejor parte por el camino, a menos de tener como los grandes Señores Españoles, marmitas cerradas con llave, para asegurar contra las garras de los criados, lo que se reserva para la boca de los dueños.

Partimos sobre las diez horas de la mañana, contentos de ir a dormir a CONIL, o a Vejer, donde no hay más de cuatro leguas de España, pero valen ocho de las de Francia.

Pasamos el puente Zuazo, cuyas dos extremidades están cubiertas de reductos, nos topamos con algunos guardas a los que tuvimos que dar algo de beber; un poco más allá del reducto nos encontramos el pueblo de Zuazo, pequeño, mal construido, y poco poblado. Lo atravesamos sin parar y tomamos el camino de la derecha, a fin de bordear el mar y la Isla de Cádiz, el brazo de mar que la separa de la tierra firme entre las dos. [Este pasaje está algo confuso, debido a que fue al final de sus días cuando se dedicó a plasmar en libros todas las anotaciones tomadas en los viajes, y seguramente la memoria le jugaría una mala pasada; desconozco que existiera la villa de Zuazo, “village de Suaco”, así como un camino a la derecha, que llevara a la orilla del mar, obviando la existencia de una amplia zona de marismas y salinas, muy difíciles de franquear]Este País está totalmente inculto ahora, aunque es visible por las ruinas que se encuentran con frecuencia, que antes era bien habitado y bien cultivado. Hay colinas donde las vertientes de suaves pendientes son propensas a todo lo que se quiera cultivar.





La orilla del mar es plana y uniforme durante las dos leguas Españolas, que separan a Zuazo de la Isla de Sancti Petri, que es el antiguo Heracleum, donde estaba el famoso Templo de Hércules.

Este islote no parece que como una gran roca cubierta de matorrales de cuatro o cinco cientos de pasos alrededor. Está separado de la tierra firme por un cuarto de legua. No vimos allí nada más que una vieja Torre y tres o cuatro cabañas en medio de los matorrales, se dice que hayun Ermitaño en esta Torre, que observa lo que pasa en el mar y que advierte con señales de fuego, o de humo, cuando ve a los Piratas que se se acercan a la costa. Entonces los Pescadores dejan sus cabañas y se retiran con él y aseguran sus personas y sus redes. Hay cerca de allí una Almadrabapara la pesca de atunes en la temporada, y entonces se ve más gente sobre esta costa y sobre el islote. Se llama esta máquina la Almadraba de Hércules. Yo creo que pertenece ahora al Duque de Medina Sidonia, que tiene aquí también CONIL y Vejer.

La costa comienza a elevarse cuando se pasa la Isla de Sancti Petri,








deviene muy alta y muy escarpada, llegamos a buena hora a CONIL, que está a una legua de la Isla de Sancti Petri, que decidimos ignorar, por lo que no podíamos esperar nada bueno de un lugar malo, donde la posada parece más una guarida de bohemios y de ladrones, que cualquier otra cosa. [Las condiciones de la posada, “l´hotellerie”, debieron causarles a Labat tan mala impresión que describió a CONIL como un mal lugar, “un mauvais endroit”, y que no se podía esperar nada bueno allí, así que decidieron continuar viaje hasta Vejer, a pesar del peligro de que les cogiera la noche]. Nuestro conductor nos asegura, que llegaríamoantes de la noche a Vejer y que estaríamos mejor.

No hay más que dos leguas de CONIL a Vejer, pero el camino es rudo. Se separa un poco de la costa y se entra en montañas todas cubiertas de encinas y alcornoques, con un gran número de senderos marcados por los jabalíes, los lobos y otros animales salvajes, que es muy fácil perderse. [Actualmente nos puede sorprender la descripción que hace Labat del camino entre CONIL y Vejer, por la abundancia de encinas y alcornoques, y la presencia de jabalíes, lobos y “otros animales salvajes”; seguro que no exageraba].No deja de sucedernos; marchamos más de cuatro horas sin encontrar Vejer y la noche vino que no nos permitía seguir ninguna ruta. Nuestro guía confesó con pena que se había equivocado y propuso retornar a CONIL; pero hubiera sido meterse en un nuevo problema; porque cómo encontrar aquel mal lugar, sin saber dónde estábamos. Resolvimos entonces dormir donde 




nos encontrábamos. Afortunadamente no estaba lloviendo y el viento que venía del Sur no era frío. Amontonamos los helechos, que están en cantidad en estos montes; encontramos madera vieja y cortezas de encinas y de alcornoques, encendimos fuego, y cenamos alegremente, como si estuviéramos en el mejor de los lugares. Sólo nuestro guía estaba inconsolable de estar perdido, temía que sus mulas se convirtieran en pasto de algún lobo. Tuve cuidado de no tranquilizarlo, al contrario aumentó su miedo tanto como pudo, para que él vigilara toda la noche, y en trabajo de conservar sus bestias, y hacer cualquier cosa por la nuestra. No descansamos absolutamente nada por él, que no tomásemos nuestras precauciones por nuestra parte, y resolvimos de velar cada uno por turnos. Estaba cerca de la media noche cuando el sueño nos abrumó, resolvimos dormir sobre el lecho que nos habíamos preparado. Pusimos las armas que teníamos listas, y yo vigilé el primer cuarto, que debía ser de una hora y media. Me entretuve lo mejor que pude con nuestro Español, que la conservación de











sus mulas lo tenía muy despierto, y que me contó las proezas de sus ancestros, sus cualidades, las tierras que habían poseído, que me hizo pasar muy agradable el tiempo de mi vigilancia. Desperté a mi lacayo a la una y media, y le coloqué en mi lugar para escuchar el discurso que nuestro Guía había comenzado, y que no parecía tener que terminar pronto, y me tumbé sobre los helechos envuelto en mi manta, teniendo la silla de mi mula por almohada, y me dormí enseguida. Nuestro oficial fue despertado a las tres, y entró en conversación con nuestro Español. Las cosas iban lo mejor del mundo, cuando sobre las cuatro de la mañana, una fila de jabalíes perturba nuestro descanso. Como nuestros centinelas no distinguieron en principio de qué se trataba, ellos dieron la alarma, nos pusimos de pie al instante, y nos pusimos en estado de no sufrir un enfrentamiento, si alguien venía a hacérnosla. La bestia se había parado al ruido que habíamos hecho; pero como guardamos silencio para mejor conocer de qué se trataba, ella se tranquilizó, gruñó, sus pequeños le respondieron, y siguió su marcha. Por desgracia 









para ella, cogió por delante de uno de nuestros fuegos, y como caminaba con gravedad, y nos presentó el costado, le tiraron a la espalda, y ella se quedó en el golpe. Uno de sus pequeños ha tenido la misma suerte con otro golpe, y el resto se dispersó. Pero nuestras mulas hicieron la misma cosa, rompieron sus cabestros y tomaron la huida, pero afortunadamente no fueron muy lejos, porque se enredaron en los matorrales, las tomamos, las rescatamos, les dimos cebada, y pensamos en no dormir más. Propuse a nuestro Oficial hacer ahumar a nuestro verraco a la moda de América. Dicho, y hecho. Nuestras gentes cortaron leña, hicieron un gran fuego, y antes de las siete nuestro ahumado estaba listo para comer. Desayunamos muy bien, nos pusimos en marcha, y no habíamos dado cien pasos, nos encontramos al paso de un arroyo, que estaba a la puerta de la Venta del Marqués, es decir, la posada del Marqués. Se cuenta tres leguas de Vejer a esta Venta, y dos leguas de CONIL a Vejer, de suerte que habíamos hecho cinco leguas en menos tiempo que debíamos hacerlas, si nuestro guía no se hubiera perdido.

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