miércoles, 24 de noviembre de 2021

CUENTOS POPULARES RECOGIDOS EN LA PROVINCIA DE CÁDIZ 8.

LA TÍA ALEJANDRA


Página del “DIARIO DE CÁDIZ”, del 24 de noviembre de 1991, donde se publicó el cuento.


    La tía Alejandra era una vieja que vivía donde vivía el rey. Y el rey tenía tres lacayos, y cada uno de estos tenía una hija. Y ahora siempre estaban los lacayos unos con otros:

    - Mi hija es la mujer más honrada que hay en el mundo. Esa no sale ni de paseo. No va a misa, no va a ninguna parte. Nada más está en su casa, y de su casa a la iglesia y ya está.

    Pues el otro decía exactamente igual, pero ahora uno de los tres dice:

    - Pues yo tengo una hija y donde menos para es en mi casa. Siempre está de paseo, siempre está de fiesta, siempre está divirtiéndose.

    Y el rey, claro, los escuchaba cómo estaban con las hijas. Hasta que un día coge y le dice a sus lacayos:

    - Mira, os voy a dar una fiesta en palacio. Así que quedan invitadas sus tres hijas.

Detalle de la ilustración de Zocar que acompaña al texto cuando se publicó en Diario de Cádiz.

    Y dice uno:

    - ¡Oh, mi hija no va a venir!

    Y el otro:

    - ¡Oh, mi hija no va a ninguna parte! De todo le da vergüenza. Y el último dice:

    - Pues yo de la mía no digo nada. Acabando llegar está bailando.

    Pues vamos, señalaron el día, hicieron un banquete y dio el rey una fiesta para sus lacayos, para sus tres hijas y para toda la gente de palacio.

    ¡Ea!, ahora después de eso, dicen que la tía Alejandra era una vieja que vendía mucho oro, alhajas y muchas cosas bonitas para las princesas y para toda la gente gorda. Pues vamos que un día le dice el rey:

    - Mira usted, tía Alejandra, le voy a pedir un favor. Me va a dar usted su bolso tal como lo tiene y su ropa. Mañana ya yo se la devolveré.

    Pues coge el rey, se pone su ropa, su pañuelo, la cara muy desfigurada como la tía Alejandra, y llega a casa de un lacayo del rey.

    - ¡Ay, mira, Fulanita! Si vieras lo que traigo hoy tan bonito.

    - ¡Ay, yo no quiero, yo no voy a ninguna parte! ¿Para qué quiero yo comprar nada?

    Se hizo muy tarde y le dice:

    - Pues mira, esta noche me voy a quedar aquí, porque yo ya no tengo ganas de ir tan lejos y mañana tengo que volver a otra aquí abajo.

    Que quiso que no quiso, que se acostó allí.

    Cuando estaba acostado nada más estaba con el ojo viendo y escuchando. Y ahora siente que tocan en una puerta y va y se levanta con mucho cuidadito la hija del lacayo y la abrió. Y se mete uno y ya el rey estaba nada más al cuidado que, cuando ya pasó mucho tiempo, tira de la faja del que había entrado, que estaba allí encima de una silla y se la llevó.

El jardinero. Fuente: “es.123 punto com”.

    Por la mañana tempranito coge y se salió y se fue. Y a la otra noche se prepara, coge su bolso y se va en busca de la que le gustaba mucho las diversiones, que era la mujer más bonita que había.

    Pues llega la tía Alejandra, y dice la muchacha:

    - ¿Quién es? La tía Alejandra. ¡Ay, con las ganas que tenía yo de verla, que el rey va a dar una fiesta y verá usted lo que me voy a comprar!

    Le dio un abrazo que no veas, le dio de merendar y ya le compró allí lo que le pareció y otras cosas que el rey le regaló, le dice:

    - ¡Tía Alejandra, hoy no se va usted ya tan tarde! Se queda usted aquí a dormir.

    - !Sí, que me voy a quedar!

    - Pues yo esta noche tengo la cama grande preparada y ahí nos vamos a acostar las dos.

    Y el rey no quería para nada meterse en la cama con ella, porque figúrate tú el compromiso, pero ahora ella:

    - ¿Qué? ¡Una vez que ha venido usted al tanto tiempo se acuesta conmigo esta noche! ¡Venga, vamos a acostarnos!

    Agarra y se mete el rey en la cama con ella. ¡Date cuenta: el rey un mocito guapo también, y con parné! Y ahora el rey nada más hacía que retirarse, y ella de cuando en cuando:

    - ¡Ay, tía Alejandra! ¿Qué le pasa a usted que tiene aquí este bulto?

    - Hija, es que estoy quebrá.

    - ¿Que está usted quebrá? ¡Ah! Ahora mismito le voy yo por caracoles, que un emplasto de caracoles para eso es lo mejor que hay. En seguida verá usted cómo se le meten las tripas.

Fuente: “cocinandofacilcon.blogspot punto com”

Hernia inguinal. Fuente: “saludvidahoy punto com”


    Y se lo hizo y se lo puso. ¡No veas que noche más malita pasó el rey a la vera de ella con lo que la quería!.

    Pues llega la mañana, se va y ya era el día de la fiesta.

    Estaban allí los lacayos, estaba allí todo el acompañamiento que el rey invitó, cocheros, jardineros, … todos los que trabajaban en el palacio.

    Pues ya que terminó la fiesta y se hartaron de convites y de todas las cosas, dice el rey:

    - Bueno, ahora les voy a hacer yo unos regalitos a las hijas de mis lacayos.

    Que estaban allí sentaítas

    Y éste es que viene una criada con una bandeja, y en la bandeja pues traía una faja que el rey le había quitado al hombre. Y llega el rey y dice:

    - Mira, este regalo para ti. Y tú, padre, mañana mismo podéis ir preparando las cosas para la boda, que se casa tu hija con mi jardinero.

    ¡El bochorno que la muchacha pasó! Y el padre no sabía nada de aquello, pues no sabía por dónde aquello venía.

    Ahora viene otro obsequio para la otra. ¡La otra se murió cuando vio la faja que se le había presentado en la bandeja!

    - Esta para ti, y mañana a preparar las cosas, que te casas con mi cochero.

    ¡Los padres se quedaron …!


Cochero en el parque”, de Magdalena Romero Gil, 21/10/2011. Fuente: “artelista punto com”.

    Pues ahora la otra estaba calladita, como estaba ajena de todo, no sabía lo que era mal ni nada. Nada más de diversiones. Y llega y vienen con otra bandeja, y dice el rey:

    - ¡Esto para ti!

    Y le dice:

    - ¡Ay, pero si este es el emplasto de caracoles que le puse a la tía Alejandra!

    Y le dice el rey:

    - Tú puedes ir ya preparando, pero ya con más tiempo, las cosas, que te casas conmigo que soy el rey.

    De manera que hicieron tres bodas, las otras dos primero y luego la suya. ¡No me veas cómo se puso el palacio y la fiesta que hicieron! Duró un mes la fiesta, y las diversiones.

    Y yo fui.

    Y me dieron unos pastelitos.

    Y me vine corriendo.


ANTECEDENTES:

* Nos narró este cuento Isabel Villalba Párragas, de Olvera, en noviembre de 1985. Hace poco que murió esta buenísima informante, a la vez que gran persona. Rindo desde aquí un homenaje a su memoria.

* Este es un cuento rarísimo, sin catalogar en los índices, del que no se conocían versiones españolas ni hispanoamericanas hasta la fecha, pero sí dos portuguesas. Cuando se catalogue entrará a formar parte de los Cuentos novelescos.


*** Fuente: Suplemento de Cultura de “DIARIO DE CÁDIZ”, del 24 de noviembre de 1991; JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA, colaboración MELCHOR PÉREZ, dibujos de ZOCAR.

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