Página del “DIARIO DE CÁDIZ” cuando se público este cuento el 15 de diciembre de 1991.
LA HABA NIÑA
Era un matrimonio que loe Dios una niña, y la niña nació con una dificultad, que tenía que robar. Fuera poco o fuera mucho, tenía que robar. Y ya estaba la maldición, porque era una veta que le daba, y esa veta le tenía que dar a ella a la fuerza. Y los padres eran millonarios, y ellos no iban a dejar que su hija robara. Y le hacen una casa de cristal con una ventana arriba, y por la ventana le echaban a ella la comida en un canastito.
Un día de los que le llevaron la comida le echaron un hueso de pollo, un muslo. Y ella no quería huesos, ella quería carne sola. Cogió el hueso, lo tiró con mucho coraje y le dio al cristal. Lo partió y entró un rayito de sol. Y se quedó la niña en estado con el rayito de sol.
Pues la barriga cada vez más grande y no quería que se enteraran los padres, y la criada pues era la que recogió el crío.
- ¿Y qué hacemos? ¿Qué no hacemos? ¿Cómo lo vamos a ocultar?
Dice:
- Mira, como está ahí el jardín del rey, échalo en el jardín.
Pues agarró y dejó al niño en el jardín y lo puso donde estaban las habas, y la cría, como no tenía hambre, estaba tranquila y callaíta.
La reina había tenido un varón que tenía más días, dos meses más que la niña. Y un día fue andando la reina por donde estaba la niña y sienten llorar. Y dice:
- ¡Ay, siento llorar un chiquillo! ¿Dónde está?
Buscándola, todos buscándola y, cuando la encontraron en las habas, se la llevaron a palacio y, por haberla encontrado allí, le pusieron Haba Niña.
Pues Haba Niña creció y se puso muy bonita y muy guapa, y el niño se enamoró de ella. A todos lados iban los dos juntos, y la reina decía que no sabía quiénes eran sus padres, que cómo iban a consentir que se casaran.
Ahora se echó una novia y se fue a estar allí con ellos para la boda. Y salían las dos juntas, Haba Niña y la novia el niño del rey. Y un día se fueron a hacer crochet las dos, se cae el hilo de Haba Niña en una fuente y se cortó ella su mano, la tiró y la mano le trajo el hilo. Lo podía hacer porque su padre era el sol. Y cogió la mano, se la puso y siguió haciendo su crochet. Y dice la otra:
- Eso también lo hago yo.
- No lo hagas, que te vas a desangrar y te vas a morir.
Dice:
- ¿Qué yo me voy a desangrar y me voy a morir y tú no? ¡Pues como tú lo has hecho lo hago yo!
Se corta la mano y la tira. Claro, se desangró. La mano quedó en el fondo y no subió para arriba. Y se armó un escándalo muy grandísimo.
Pues aquí está el niño otra vez sin novia, y al mucho tiempo se vuelve a echar novia otra vez. La novia para palacio, y ya salían las dos juntas otra vez.
Detalle de la ilustración con que se acompañó el cuento.
Pusieron una estera y como en el pozo ese no sacaban agua ni nada, cogía todo el brocal del pozo. Y ella dice:
- Ahora voy a pasearme por la alfombra.
- Mira que te vas a caer.
Y dice Haba Niña:
- Yo no me caigo. Lo mismo que salió la mano y la tengo, me paseo y no me caigo.
Y se subió en el brocal del pozo y empezó a pasearse. Y entonces la otra, por no ser menos, se subió en la estera y cayó al fondo y se mató, claro. No fue ahogada, se mató.
¡Ay! Dice que ya la que viniera más a palacio no salía más con Haba Niña. Y ya siempre me la tenían arrestada y, cuando el hijo el rey se echó otra novia, dice la reina:
- Vamos a castigar a Haba Niña, y el castigo que le vamos a dar es que haga la comida que hace falta en el palacio para los invitados sin que le ayude nadie.
Y el pobre estaba sufriendo y ella sentada en un sillón y todo sin hacer. Ni la carne puesta, ni nada puesto. Es que ni la cocina encendida. Y era a la una y ella haciendo crochet, y las 11 y no tenía nada hecho. Y él se asomaba a la chimenea y sufría, pero no podía entrar a decirle que lo hiciera. Hasta que ella se lio a mandar y como mandaba pues lo ponía todo en la candela.
- ¡Candela, enciéndete!
La candela encendida.
- ¡Gallina, mátate! … ¡Pavo, mátate!
De modo que nada más que con las palabras ella puso toda la comida a su tiempo. Y él nada más que hacía asomarse.
- ¡Ay, que no tengo sal! Cajón, por sal que no tengo.
Cogía el cajón la chimenea para arriba y, cuando le daba el sol venía lleno de sal. Si el sol era su padre.
Ahora va a echarle vinagre a una cosa y no había y mandó a la botella chimenea arriba, pero como tropezaba con el niño el rey que estaba allí sentado, volvía sin vinagre, porque no veía el sol. Y del coraje que le dio a la muchacha cuando lo mandó tres veces dice:
- Porque eres hija del sol
Y nieta de emperador
La botella la rompo yo.
Pegó un porrazo y partió la botella, y el niño se vivió loco y le dijo a su madre.
- ¡Mamá, mamá, mamá, que me caso con Haba Niña, que ya sé quien son sus padres!
Y dice la reina:
- ¿Tú cómo vas a saber quien son sus padres? ¿Quién te lo ha dicho?
- ¡Haba Niña me lo ha dicho y no me ha visto! Yo me caso con Haba Niña, que a la novia no la quiero.
Y la llevó a Haba Niña y le dice la reina:
- ¿Qué hace una botella en el suelo?
- Que se me cayó de las manos y se partió.
Y dice él:
- ¡No, dile la verdad! Porque tú has sido la que has partido la botella. ¡Díceselo a mi madre, mujer!
Dice:
- Pues se lo voy a decir. Yo le he dicho a la botella, que le he mandado por vinagre y no me lo ha traído tres veces:
Por ser hija del sol
y nieta del emperador
la botella la rompo yo.
Por ser hija del sol
y nieta del emperador
contigo me caso yo.
Y se casó con ella y ya se acabó.
ANTECEDENTES:
* Paco Vergara, un investigador tarifeño del Romancero, nos puso en antecedentes de la existencia de esta versión y nos presentó a la informante. Se la grabamos a Concepción Conejo González, de Zahara de los Atunes, en Tarifa, su lugar de residencia actual, el 16 de junio de 1989.
* Sólo hay constancia de una versión publicada de las Baleares, otra (peor versión que ésta) de Arahal (Sevilla) publicada por nosotros y Alfonso Jiménez Romero en La flor de la florentena, una sefardí, cuatro portuguesas y dos hispanoamericanas.
* Sabemos de una inédita de Ciudad Real.
* Sólo se conocen versiones mediterráneas.
* Se incluyen en el tipo 890A.
Fuente: Suplemento de Cultura de “DIARIO DE CÁDIZ”, del 15 de diciembre de 1991; JUAN ANTONIO DEL RÍO CABRERA, colaboración MELCHOR PÉREZ, dibujos de ZOCAR.
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