Se establece, a nivel nacional, una cuestación “voluntaria” y pública, para erigir una gran cruz de piedra, en el lugar donde murió en accidente este militar golpista. Inicia la lista el cura Manuel Barberá Saborido, y la continúa conocidos apellidos conileños afectos al nuevo régimen, y otros, no tanto, pero que había que “dar la cara”.
Finalmente, en Alcocero (Burgos) se levantó un monumento conmemorativo en su memoria y la población fue renombrada en su honor como Alcocero de Mola. Con posterioridad, Franco le concedió, con la misma fecha del día de su muerte, la Gran Cruz Laureada de San Fernando.
Del aparato militar que se levantó en armas en julio de 1936, se señala a Mola como el hombre más cruel y con menos escrúpulos, tal como se deduce de sus famosas “instrucciones reservadas” donde llegó a escribir durante su preparación: “Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser extremadamente violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”; y ya con el golpe en marcha: “Hay que sembrar el terror, hay que dejar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos vacilación a todos los que no piensen como nosotros”.
Fuente: “LA INFORMACIÓN”, del sábado 30 de abril de 1938.
Monumento en homenaje al general Mola, muerto en accidente de avión durante la Guerra Civil Española, en el cerro Perejil, en la localidad burgalesa de Alcocero, Chebsoler, 12 octubre 2008. Wikipedia, la enciclopedia libre.
Portada de “ABC” de Madrid, del 4 de junio de 1939, con la noticia de la inauguración del monolito. Acompaña a Francisco Franco, además de su guardia mora, López Pinto, que llevó el peso del golpe en Cádiz [error en la toponimia de la localización].
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