lunes, 21 de octubre de 2024

NAUFRAGIOS EN EL LITORAL DE CONIL, 39: “EL SOBERBIO” (1.752) // “NAUFRAGIO Y RESCATE DE UN NAVÍO EN EL SIGLO XVIII”, 14/16. // Genoveva ENRÍQUEZ MACÍAS y Victoria STAPELLS JOHNSON.

[VIENE del 14 de octubre]

Nota: Todo el texto escrito en letra cursiva, itálica o bastardilla, se corresponde a la transcripción original del artículo. Las imágenes han sido seleccionadas por el transcriptor, con indicación de la fuente y autoría siempre que ésta haya sido posible identificar. 

« Cuando Capulino murió, en junio de 1753, sus herederos no quisieron seguir con la contrata. Sin embargo, debía de existir un cierto convencimiento de que aún era posible encontrar carga valiosa, porque Juan Ignacio Piñeiro se ofreció para asumir las labores de rescate, esta vez a cambio de un 50 por 100 del valor de lo que se sacase. ERA UN HACENDADO DE CHICLANA propietario de tierras de cultivo, ganados, viñas, olivares..., y además controlaba otros negocios, como el suministro de trigo, el corte de maderas para astilleros, la leva de soldados entre la población del lugar, varias embarcaciones de transporte comercial, aparte de haber participado anteriormente en el socorro y rescate de otros barcos perdidos en aquella costa. Si bien su comportamiento en los primeros días tras el naufragio fue sospechoso, ya que lo encontramos preso en el castillo de Santa Catalina de Cádiz, con sus bienes embargados y acusado de “mala actuación”, e incluso implicado en los robos, parece que fue absuelto de estas imputaciones porque se le concedió la segunda contrata para el rescate. 

[Ambientación] Antiguo traje de buzo. Fuente: ·ibestariov punto life”. 

A partir de ahora —julio de 1753—, la información sobre el trabajo cambia sensiblemente: los informes no son tan detallados, hay continuos problemas con los buzos, también entre Piñeiro y los delegados del Consulado, y los días en que se bucea son muy pocos respecto de los de la etapa anterior. Da la impresión de que en el campamento YA HAY POCA GENTE, que los buzos aparecen cuando les viene en gana y que el mismo Piñeiro asiste rara vez a la playa, pues todas sus cartas aparecen remitidas desde su casa de Chiclana. El delegado del Consulado en aquel tiempo, Teodoro José de Vargas, se queja frecuentemente de esa actitud, que rozaba la falta de respeto hacia su persona, hasta el punto de que decide dimitir y pide que se le sustituya porque no quiere seguir enfrentándose a Piñeiro

[Ambientación] Restos de un naufragio en la misma playa. Fuente: “alamy punto com”. 

Sabemos que escaseaban los buzos y otros trabajadores necesarios, porque en la documentación se menciona que SON EMPLEADOS EN EL BUCEO ALGUNOS VECINOS DE CONIL. Algo inaudito, ya que precisamente se había decidido desde un principio que esos vecinos ERAN DE POCO FIAR y había que mantenerlos alejados. Si Piñeiro los contrata es porque no dispone de otra gente, quizá debido a que el trabajo era considerablemente más duro, y los resultados, muy escasos. Ahora no se trataba de encontrar, sino más bien de REBUSCAR. Por otra parte, también podemos imaginar sin temor a exagerar que estos CONILEÑOS se ocuparon de informarse bien sobre el lugar y las condiciones del pecio, pues una vez que se fueran las autoridades y, por consiguiente, desapareciera la vigilancia, ellos permanecerían allí y PODRÍAN SEGUIR BUSCANDO POR SU CUENTA.

[Ambientación] Restos de un naufragio. Fuente: “El Mundo”, 15 mayo 2015. 

Un hecho importante fue el día en que el casco apareció partido, el 29 de enero de 1754, casi DOS AÑOS DESPUÉS del naufragio. Los temporales y las corrientes estaban haciendo su trabajo. El 7 de febrero salieron dos cuarteladas a la playa, y al deshacer las maderas aparecieron algunas monedas encajadas entre ellas, lo que seguía demostrando la habilidad de tripulantes y pasajeros para ocultar sus valiosas pertenencias a los ojos de los oficiales reales. El 19, guiados por los montones de lastre, los buzos registraron el sitio donde estuvo el casco y pusieron de nuevo una boya para seguir revolviendo en la arena.

[Ambientación] Ilustración de un viejo cañón de barco. Fuente: “alamy punto com”. 

Vargas informó de que la popa se había movido hacia poniente y que otro trozo de ésta había avanzado hacia tierra, pero gracias a este movimiento del casco aparecieron CINCO CAÑONES que hasta entonces se habían mantenido bajo el navío. Este cambio en el escenario complicaba mucho el trabajo. Hasta entonces tenían un cuadro preciso y sabían dónde podía haber carga, pero ahora, con todo destrozado y disperso, sólo podían guiarse por las marcas del lastre, las acumulaciones de arena y los agujeros practicados por los buzos. // A partir de ahí, las inmersiones son muy esporádicas, siempre con la excusa del mal tiempo, aunque no es muy creíble, porque incluso llegan a transcurrir tres meses sin que apenas trabajen los buzos. Fue necesario utilizar de nuevo las cucharas para remover y sacar la arena, pero en adelante sólo se encontraron cañones, unas pocas monedas y piezas sueltas. // En marzo de 1755 apareció en la playa otro trozo del casco, y en mayo deducimos que SE SUSPENDE EL RESCATE, porque no hay más informes. Sólo se dice que se interrumpe por “falta de esperanza y adelantamiento, considerando la contingencia de los gastos” (29). » 

Nota de las autoras:

(29) Certificación adjunta a una carta del comerciante don Juan Behic al Consulado de Cádiz. Cádiz, 27 de mayo de 1755. AGI, Consulados, 865. 

Fuente: “El SOBERBIO. Naufragio y rescate de un navío en el siglo XVIII”, por Genoveva Enríquez Macías (Universidad de Sevilla) y Victoria Stapells Johnson (Universidad de Ottawa, Canadá). Revista de Historia Naval; Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española; N.º 93, Año XXIV, 2006, pp. 33-56. // Tesis doctoral: “Guillermo Terry, armador en Cádiz y su navío SOBERBIO. Guerra y comercio en la primera mitad del siglo XVIII”. Autora, Genoveva Enríquez Macías, Director-Tutor, Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno. Universidad de Sevilla, febrero 2023. 

[CONTINUARÁ el próximo 28 de octubre] 

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