sábado, 1 de febrero de 2025

HISTORIAS DE LUIS BRICEÑO, 06.

AYES DEL ALMA.

En noviembre de 1936, cuando Luis escribe estos versos, su hijo Manolo seguía desaparecido, no era consciente, o no lo quería admitir, que habría sido asesinado por estar afiliado en Falange, muy activa a favor del golpe de Estado, que por cierto no triunfó en Jaén, que es donde se desarrolla la descripción de todos los versos. Éstos denotan la intensa pena y desazón de un padre al carecer de noticias de su hijo secuestrado.

Aparte del título elegido por Luis Briceño para estas letras, quiere incidir, si cabe más, en su dolor, entresacando unos versos de la novela <Mansedumbre>, de Juan Francisco Muñoz y Pabón, que utiliza como introducción para los suyos. 

«” Desde que te marchaste, / sol de los soles, / ni los pájaros cantan / ni el río corre. / ¡Ay, amor mío! / Ni los pájaros cantan / ni corre el río. / J. F. Muñoz y Pabón. 

[Ambientación] Fachada principal de la catedral de Jaén. Fuente: “Jaén en el pasado”, Juan Izquierdo González; “es.pinterest punto com”. 

La encumbrada chusma, maestra en el dolo,

sustrajo de casa a mi hijo Manolo.

¡Hijo de mi alma! ¿Te han hecho sufrir?

¿Te ha pasado algo? ¿Has logrado huir?

Nadie sabe nada. Yo heles preguntado;

cual si fueran mudos, nada han contestado,

y el alma en sus cuitas aún más se ha abismado.

En llanto deshecho, próximo al vahído,

la cabeza loca y el pecho oprimido,

este pobre padre, ¡oh, cuanto ha luchado!

¡Cuánto se ha movido, cuánto ha investigado!

DE día, de noche, de aquí, de acullá,

ora en este pueblo, ora en el de allá,

de indagar constante nunca cesará.

Súplicas, ofertas, investigaciones,

tanteos, instancias, ruegos, inspecciones,

rodeos, viajes, tenaz persistencia,

por saber un algo de la su existencia.

Pero todo es nulo. ¿Qué queda de hacer? …

Seguir sin desmayos; hacer renacer

bríos y esperanzas: no desfallecer.

Si a pesar de todo, ¡oh, Dios!, sucediera

que mi caro hijo nunca más volviera …

Pensarlo me abisma. ¡Horror! ¡Maldición!

¡Que no ocurra eso! ¡Señor, compasión!

¡Que todo se aclare, que a la oscuridad

la luz sustituya de su mocedad

y truéquese en gozo la intranquilidad!

- - - - - 

[Ambientación] Plaza de la Constitución. Fuente: “Jaén en el pasado”, Juan Izquierdo González; “es.pinterest punto com”. 

Desde que te robaron,

hijo del alma,

que el campo no florece

y es triste el alba.

¡Oh, tierno encanto!,

hasta el prado está mustio

y yermo el campo.

- - - - -

Desde que te arrancaron

de entre los tuyos

que no trinan las aves

poco ni mucho.

¡Hijo querido!

¿Sabrá lo que te pasa

tu jilguerillo?

- - - - -

Desde que te llevaron,

sol de los soles,

que hasta el cielo ha perdido

sus arreboles.

¡Hijo del alma!

El cielo está sin lumbre,

pálida el alba.

- - - - -

Tu retrato bendito

guardo en el pecho

cual talismán sagrado

que me dé alientos;

pues me horroriza

pensar que ye haga daño

la horda maldita.

- - - - -

La ausencia de tu casa,

hijo querido,

tiene a los tuyos todos

tan afligidos,

y lloran tanto

que no pasa un minuto

sin verter llanto.

- - - - - 

[Ambientación] Fotografía antigua. Fuente: “Jaén en el pasado”, Juan Izquierdo González; “es.pinterest punto com”. 

Tu prolongada ausencia,

hijo del alma,

a todos nos tiene

llenos de alarma.

¡Vuelve a tus lares,

que la calma recobren

tus familiares!

- - - - -

¿Esas aves, qué tienen

que tanto lloran?

¿Llévole sus hijuelos

mano traidora?

A vuestra pena,

la mía, ¡oh, avecillas!,

bien se asemeja.

- - - - -

Desde que te llevaron,

dulce amor mío,

que está pálido el cielo,

el sol sin brillo.

Y hasta en la noche

las estrellas menguaron

sus resplandores.

- - - - -

La luna ahora se oculta

tras densas nubes,

para hacer más acerba

mi pesadumbre.

Señor, Clemente,

déjame la esperanzas

de otra vez verle.

- - - - -

El rosal que hay en casa

rosas no tiene

y si vésele alguna

no lo parece.

¡Hijo querido!

Con tu ausencia la vida

se ha ensombrecido.

- - - - - 

[Ambientación] Plaza San Francisco. Fuente: “Jaén en el pasado”, Juan Izquierdo González; “es.pinterest punto com”. 

El lindo jilguerillo

que aprisionastes

y que tanto cantaba

tras los alambres,

ya no gorjea;

también siente en su jaula

males de ausencia.

- - - - -

Desde que te ha llevado

la vil canalla

tu halagado gatito

malla que malla.

¡Ay, mi Manolo! …

Malla el gatito al ver

tu cuarto solo.

- - - - -

¿Qué te han hecho, hijo mío,

esos malvados?

¿Qué haces ya tantos días?

¿Te secuestraron?

¿Lograste huir,

o encerrado te tienen

en checa vil?

- - - - -

¿Te están martirizando?

Nefasta idea.

Apártala, Dios mío,

de mi cabeza.

¿Por qué la tengo,

metida como un tósigo

en mi cerebro?

- - - - -

El triunfo de los buenos

que por la Patria

luchan para del rojo

fangal sacarla,

¡ay!, ¿cuándo llega?

Señor, ese triunfo,

¡ay!, cuánto tarda.

- - - - -

[Ambientación] Majestuosa catedral. Fuente: “Jaén en el pasado”, Juan Izquierdo González; “es.pinterest punto com”. 

Entonces, ya sabremos

lo que ha pasado

y lograremos verte, hijo adorado.

Que venga pronto

ese anhelado triunfo,

Rey de los Cielos.

- - - - -

Los vecinos de arriba,

que es buena gente,

mitigan nuestras penas

constantemente.

Ellos no saben

el bien consolador

que así nos hacen.

- - - - -

Otras muchas personas

que bien te aprecian,

desea que termine

tu larga ausencia.

Entra por casa

y ahuyenta la zozobra

de cuantos te aman.

- - - - -

El buró de tu padre,

que ya tú usabas,

está cual lo dejaste;

tu vuelta aguarda.

Y es grande cosa:

tus libros y papeles

nadie los toca.

- - - - -

El cuarto que ocupabas

nadie lo pisa,

más que el gato maullando;

señal precisa

de que él también

se duele de tu ausencia,

mi caro bien.

- - - - -

[Ambientación] La “Carrera”. Fuente: “Jaén en el pasado”, Juan Izquierdo González; “es.pinterest punto com”. 

La silla que ocupabas,

cuando comías,

está en el mismo sitio,

siempre vacía.

Hasta que vuelvas,

también llora la silla

tu larga ausencia.

- - - - -

Los bronces de los templos

ya no se oyen.

En tu ausencia han callado

sus santas voces.

Y es coincidente

que no hablen las campanas

tú estando ausente.

- - - - -

Si alguna vez leyeres

estos renglones,

y ojalá que así fuera,

sol de los soles,

no en ellos veas

que que la forma insulsa

de mi honda pena.

- - - - -

Que poeta no soy

bien se conoce,

y si ofendo a las Musas,

que me perdonen.

Opreso el pecho

sentí, y lo quise, en vano,

decir un verso.“» 

Fuente: “AMAPOLAS Y JARAMAGOS: cuentos, anécdotas, narraciones y chascarrillos”, por Luis Briceño Ramírez, p.p. 11-17. Primera edición, Gráficas Morales, Jaén, 1.940.  

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