miércoles, 25 de enero de 2023

DE LA SEGUNDA VISITA DE SIMÓN DE ROJAS A CONIL, 1ª Parte (1809).

«” 6 de agosto de 1809 // T. VIII, ff. 10-16.

En la cumbre del Cerro de la Mina de Azufre se cría el Cistus Ladanifer y una especie de retama espinosa, de tallo blanco, foliis ternatis, foliolis minutis integerremis subrotundis, que creo cogí en la Axarquía, la llaman escobón y arde vivísimamente en la lumbre; las cabras gustan mucho de ella y crece muy enmarañada, elevándose como a la altura de la rodilla.

Cistus ladanifer, o jara pringosa, Alvesgaspar, 25/04/2017. Porto Covo, Portugal. Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre.

El Agrostemma coeli-rosea, con la Gentiana centaurium, plantas ambas comunes en los montes del País, especialmente la última, que suele hallarse con flor del todo blanca, estaban aún en flor, sobre todo la Gentiana centaurium, que la tiene, creo, la mayor parte del año. También vi en flor por allí la Gentiana spicata y el Linum tenue.En la falda norte del mismo Cerro y algún otro sitio del término de CONIL hay unos cuantos alcornoques jóvenes, alojamiento muy grato a las hormigas. Abunda en el Cerro hasta la cumbre sobre la arenisca el Lichen parellus, Linneo. Al tallo de la pita llaman así en CONIL, palo de pita en Vejer, pitaco y maguey en Sanlúcar. Juanto a CONIL se cría el Echinops strigosus y junto a Sanlúcar y otras partes del País, donde apenas se usa otra yesca que la hecha de él. La leonia abunda en CONIL y junto a Munive (sic) de Sanlúcar, pasado.

Panorámica de la zona de la Mina, en una imagen de julio de 2022, tomada desde la A-48, a la altura del área de servicios, gasolinera BP. Fuente: Captura de pantalla de Google Maps, 02 octubre 2022.

GEOGNOSIA DEL AZUFRE DE CONIL.

El Cerro de la Mina de Azufre de Conil pertenece a un grupo de colinas que se extiende hacia todos lados, llegando hasta las Sierras de Alcalá de los Gazules y por el E.S.E. hasta Vejer, del cual dista 2 leguas y ½. No dista de Chiclana tanto como CONIL, ni el grupo de colinas se extiende hacia el primero más de media legua a contar desde la mina, ni hacia la mina más de otro tanto. Se enlazan los cerros de este grupo por lomos, y a veces los separan cañadas y barrancos. Sus cumbres suelen levantarse o subdividirse en dos o más cabezas cónicas más o menos chatas e irregulares o como alomadas.

El Cerro de la Mina y sus vecinos son de arcilla más o menos impura, ya rubia, roja o robisca (sic), ya gris azulada, gris parduzca o blancuzca. Son por lo mismo muy resbaladizos después de llovidos. El de la Mina y otros vecinos están coronados por la roca arenisca. Otros que se ven a su N.O. tienen la cabeza caliza. La arenisca es en algunos trechos, como se ve hacia la cumbre del de la Mina, muy ferruginosa. En el mismo se ve cerca de la Mina alguna veta mal seguida de arcilla blanca bastante suave y pura dentro de la azulada y pedazos oscuros de ésta llenos de partículas pequeñas de pirita común.

Cerca de lo más alto del Cerro de la Mina, en un rellano, va a levantarse la Fábrica que antes habían hecho al N.O. de la Mina, a pesar de interponerse un arroyo difícil de transitar en invierno. Junto al sitio de la nueva Fábrica se ha abierto un pozo que da agua dulce y abundante a las 8 y ½ varas de profundidad. Las dos varas casi primeras del pozo son arena rodada, lo demás de él arenisca, como la común del Cerro, pero menos compacta. En el fondo del pozo se encontró una capa de arcilla azulada y [de] poco grosor, allí se dio con el agua abundante que hasta entonces había comparecido escasa y, quitada la capa arcillosa, se dio otra vez con la arenisca igual a la de arriba, excepto su color azulado prestado de la capa arcillosa.

Hipotético aspecto de la Mina. Fotografía y grafismo por gentileza de Emilio Sastre Domínguez.

El yeso común mezclado con el especular y, a veces, con el fibroso impuro de varios colores se encuentra acá y acullá hacia las faldas, casi siempre en depósitos pequeños y delgados y, a veces, según dicen, con alguna pintilla de azufre. Se le ve también al O.N.O. de la mina con arenisca encima, a pesar de ser caliza la cobertera de su Cerro.

El Comisionado de la Empresa quiere que debajo de él haya azufre y añade que la arcilla azulada y el yeso amiántico o fibroso con el común son indicios infalibles de la existencia de azufre. Comprueba esto fallo por el dato de hallarse en la misma dirección casi O.N.O. respecto de la Mina y a medio cuarto del enunciado yeso una reunión de pequeños manantiales que saltan a través de unas capas de caliza impura con conchas y fragmentos parduzcos de cuarzo astilloso y de arenisca. Son estos manantiales en lo alto hediondos. De sabor a huevos podridos, en que sin embargo domina el salado y sus remansos presentan el agua amarillosa y un cieno negro en el fondo, todo lo cual demuestra, según el Comisionado un rico filón de azufre.

Corre el agua hacia abajo menos azufrosa a cada instante y, al fin, sólo salada, observándose en los manantiales que siguen lastra abajo igual degradación. Dejan un depósito abundante de sal blanquísima que no se permite recoger a nadie.

Portada de la edición del libro del que se ha transcrito literalmente todo el texto de esta entrada.

VEGETACIÓN SALINA.

Más abajo donde por el verano llega ya apenas el agua salada se ven junto al arroyo, en su lado izquierdo bancos de arenisca perfectamente verticales, fenómeno no raro en otros barrancos del País y junto a los bancos, dentro del arroyo, algunos de sus fragmentos salpicados de eflorescencias salinas huecas muy quebradizas, ya en forma de honguitos, ya de cañón de pluma, sueltas, enlazadas, derechas o torcidas, ninguna que exceda el largo de dos dedos, ni el grueso de una pluma. Provienen al parecer de la absorción de la piedra sobre el agua salada que baña su pie, cuya sal tira luego a vegetar por arriba y por los lados, escapando por los poros del pedrusco en fuerza del calor. Están las eflorescencias muy húmedas por dentro.”»

continúa mañana ...

[Ambientación] Eflorescencias salinas entre vegetación halofítica en Baza, Granada. Fuente: “edafologia punto net”. 

Fuente: “VIAJE A ANDALUCÍA, historia natural del Reino de Granada (1804-1809)”, pp. 739-742, Simón de Rojas Clemente Rubio. Edición, transcripción, estudio e índices de Antonio Gil Albarracín, otros trabajos de Horacio Capel Sáez y M.ª Pilar de San Pío Aladrén. Almería-Barcelona 2002. 

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