lunes, 14 de octubre de 2024

NAUFRAGIOS EN EL LITORAL DE CONIL, 39: “EL SOBERBIO” (1.752) // “NAUFRAGIO Y RESCATE DE UN NAVÍO EN EL SIGLO XVIII”, 13/16. // Genoveva ENRÍQUEZ MACÍAS y Victoria STAPELLS JOHNSON.

[VIENE del 07 de octubre]

Nota: Todo el texto escrito en letra cursiva, itálica o bastardilla, se corresponde a la transcripción original del artículo. Las imágenes han sido seleccionadas por el transcriptor, con indicación de la fuente y autoría siempre que ésta haya sido posible identificar. 

« Quizá no pudo llegar al fondo porque, a pesar de los 92 kilos que se añadió de peso con piedras, el traje no le quedaba pegado al cuerpo y le hacía flotar, al llenársele de aire. Recordemos que Hermet dijo que tenía que arreglarlo para volver a zambullirse. Es comprensible el enfado de los buzos locales, puesto que si el invento del francés daba resultado, ellos SE QUEDABAN SIN TRABAJO. Pero Hermet ni siquiera consiguió llegar al lastre y mantenerse bajo el agua todo el tiempo que había prometido. Esto provocó la rechifla general y, como precisa Vergara, también la indignación del personal, tanto que tuvo que contener a los del campamento para que no lo apaleasen. Imaginamos que el hecho de ser francés tampoco ayudó a que se le respetase demasiado —en aquellos tiempos NO GOZABAN DE MUCHA POPULARIDAD entre los españoles, a pesar de las alianzas dinásticas—. Finalmente, se obligó a Hermet a reconocer por escrito su fracaso y a retirarse del Real. Éste lo admitió sinceramente y dio todo el mérito a Capulino y sus hombres, que sin tanta tecnología se mantenían en el fondo a pulmón. Como esto ratificaba lo declarado anteriormente por los otros expertos extranjeros de distintas nacionalidades, podemos imaginar que los buzos gaditanos quedaron con su orgullo engordado al máximo. 

[Ambientación] Naufragio frente a la rocosa costa, 1837, Wijnand Nuijen (1813-1839). Fuente: “alamy punto com”. 

En los dos primeros meses de febrero y marzo de 1752, el resultado de las inmersiones se puede calificar como de ÉXITO ROTUNDO. Se sacan 915.973 pesos fuertes de un total registrado de 1.131.331. Está claro que los CAJONES DE MONEDAS eran el principal interés del rescate. En marzo también se sacaron 938 PLANCHAS DE COBRE que cargó el rey, de un total de 1.784. Sólo quedaban por sacar unos 215.000 pesos y, sin embargo, el campamento y las labores de rescate se mantuvieron treinta meses más. Se puede explicar si consideramos que entonces debían de sospechar, por no decir que estaban completamente seguros, que la CARGA SIN REGISTRAR era considerable y por tanto aún debía de quedar mucha bajo el agua. En este contrabando estaban interesados todos los cargadores, porque si lo que se sacaba no aparecía en los listados oficiales, se repartiría a partes iguales entre todos, al no constar dueño conocido.

[Ambientación] “Mar agitado con un balandro acercándose a un barco”, dibujado en tinta sobre papel, por Wijnandus Johannes Josephus Nuijen (1813-1839). Fuente: “invaluable punto com”. 

Todos los cajones de monedas que aparecieron enteros, y fueron bastantes, llevaban la marca “PA”. Esto nos pareció extraño y buscamos en la copia del registro a qué cargador pertenecía esta marca. Curiosamente, sólo la encontramos en una partida, y no era de dinero, lo que nos lleva a pensar que todas las partidas que el maestre Francisco de Peña iba recibiendo de cada cargador las fue concentrando en cajones de 3.000 pesos y en talegas de a 1.000, porque mientras se rescataron cajones y talegas intactos estos contenían siempre dicha cantidad de moneda, y todos esos cajones tenían la marca “PA”. El procedimiento sería que, en Veracruz, Peña anotaba en el cuaderno de registro lo que le entregaba cada cual, para luego en Cádiz sacar esa cantidad del cajón o talega y darla a su destinatario. 

[Ambientación] Campana de buceo. Fuente: “alamy punto com”. 

Al pasar el tiempo ya no aparecían cajones y talegas completos, y las monedas se sacaban después de escarbar entre la arena y el lastre. Este trabajo de revolver el fondo era absolutamente necesario, pues se constata que cuando durante varios días se removían y sacaban piedras detrás de ellas aparecía carga. El lastre podía removerse por los propios buzos o bien por un temporal, algo que siempre generaba buenas expectativas, aunque en ocasiones una tormenta provocaba que el lugar del casco se arenase mucho más. / Conforme se iba recuperando carga, era necesario acondicionarla en el Real. Había carpinteros contratados para hacer cajones, y otras personas se ocupaban de lavar (lo que se llamaba “endulzar”) y secar la plata. Todo se iba metiendo en cajones y talegas nuevas, de lo que se llevaba un registro detallado, y los arrieros contratados las transportaban a Cádiz. Unas veces se mandaba por tierra y, otras, por mar; todo dependía de la rapidez y la seguridad que se exigiese para determinadas partidas. »

[Ambientación] Operaciones de buceo. Fuente: “alamy punto com”. 

Fuente: “El SOBERBIO. Naufragio y rescate de un navío en el siglo XVIII”, por Genoveva Enríquez Macías (Universidad de Sevilla) y Victoria Stapells Johnson (Universidad de Ottawa, Canadá). Revista de Historia Naval; Instituto de Historia y Cultura Naval Armada Española; N.º 93, Año XXIV, 2006, pp. 33-56. // Tesis doctoral: “Guillermo Terry, armador en Cádiz y su navío SOBERBIO. Guerra y comercio en la primera mitad del siglo XVIII”. Autora, Genoveva Enríquez Macías, Director-Tutor, Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno. Universidad de Sevilla, febrero 2023. 

[CONTINUARÁ el próximo 21 de octubre] 

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